El teatro como práctica de consumo cultural. El debate entre jóvenes universitarios*

Theater as a practice of cultural consumption. The debate among college students

DOI 10.22430/21457778.1219

Fecha de recepción: 27 de septiembre de 2018
Fecha de aprobación: 13 de noviembre de 2018

Resumen

Este artículo habla sobre la compleja problemática del consumo cultural de jóvenes estudiantes de la Universidad de Granma, provincia de la región Oriental de Cuba. El objetivo, valora la posición de los jóvenes universitarios de la carrera de Estudios Socioculturales, con respecto al teatro como práctica cultural. Se prioriza el análisis desde la teoría de Pierre Bourdieu, para comprender el comportamiento de los jóvenes, siguiendo la relación entre el habitus (cultura incorporada) y el campo donde interactúan (el medio social y cultural). Con la aplicación de la triangulación por técnicas cuantitativas y cualitativas, se comprueba la presencia de un discurso frívolo en el debate juvenil, con expresiones de indiferencia e insensibilidad hacia el teatro como práctica de consumo cultural, lo cual corrobora la presencia de un pensamiento limitado que guarda relación con el medio donde se desenrollan los actores sociales.

Palabras clave: usuario cultural, prácticas culturales, teatro, estudiante universitario, estudios socioculturales.

Abstract

This article discusses the complex issue of cultural consumption among college students at the University of Granma in Cuba. The objective is to evaluate the position of young people enrolled in the program of sociocultural studies regarding theater as a cultural practice. The analysis was based on the theory of Pierre Bourdieu to understand the behavior of young individuals by studying the relationship between the habitus (incorporated culture) and the arena where they interact (the social and cultural environment). Triangulation by means of quantitative and qualitative methods demonstrated a frivolous discourse among participants. Expressions of indifference and insensitivity toward theater as a practice of cultural consumption confirm the presence of mental barriers related to the environment of social actors.

Keywords: Cultural consumer, cultural practices, theater, college student, sociocultural studies.

INTRODUCCIÓN

La juventud constituye un grupo de interés social, económico, político, cultural, de todas las épocas. Históricamente, los jóvenes han sido protagonistas de demandas sociales, políticas, culturales, que han marcado pautas importantes, de ahí la importancia de conocer sus necesidades más sentidas y la pertinencia cultural que les distingue, en tanto, constituyen sujetos dinámicos de cualquier proceso. De igual forma, resulta relevante lo que acontece en el mundo de la juventud universitaria, fundamentalmente en el ámbito cultural, concerniente a las prioridades, gustos y consumos.

Un estudio preliminar en universidades del oriente1 del país, evidenció las particularidades que presentan las prácticas culturales en jóvenes universitarios. En dichos estudios se comprobó el desinterés de los jóvenes por otras ofertas respaldadas por los centros culturales, básicamente en lo relativo a puestas en escenas en salas teatrales, las muestras cinematográficas, visitas a museos, exposiciones de pinturas y todo tipo de eventos en el plano artístico-cultural, que promueven el culto a la creación artística (Gómez González, Riverón Hernández, Jay Griñán, & Madrigal León, 2017). Se corrobora el interés de los jóvenes por un consumo más atrayente, donde quedan atrapados en un círculo vicioso y sin salidas aparentes. Evidentemente, ello constituye una problemática que requiere de análisis, particularmente cuando se trata de universitarios a quienes se les exige el fomento de gustos estéticos basados en una cultura general integral. Lo anterior confirma la pertinencia del tema en tiempos de conflictos, diversidad y diferencias, que se necesitan conocer para emprender nuevas políticas, lineamientos y programas efectivos encargados de direccionar la vida cultural y la gestión en todos los niveles educativos y formativos.

Por otra parte, se comprueba que investigaciones de este tipo, no han sido suficientemente visibilizadas desde los estudios de consumo cultural en jóvenes, incluso, ha sido limitada la indagación en espacios universitarios, lo cual constituye un área de estudio que debe ser priorizada máxime en tiempos actuales viciados por la globalización en todas las esferas.

Teniendo en cuenta las particularidades mencionadas sobre el consumo cultural en jóvenes universitarios, se consideró oportuno seleccionar una carrera que tuviera relación con la vida cultural de la provincia; con tal propósito fue seleccionada la carrera de Estudios Socioculturales, perteneciente a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Granma. Se consideró el escenario factible para comprender y evaluar los procesos que operan en la realidad cultural de los jóvenes universitarios, por ser la profesión más relacionada con la formación cultural, que incentiva y orienta a los estudiantes en el mundo del arte. Varias interrogantes implican un desenlace necesario: ¿Cuáles son los gustos e intereses de los jóvenes universitarios? ¿Qué lugar ocupa el teatro entre las preferencias juveniles? ¿Constituye el teatro una opción importante como práctica de consumo cultural? ¿Influyen las características etarias o el contexto sociocultural donde se insertan los jóvenes?

Particularmente la carrera de Estudios Socioculturales posee características especiales en nuestro país; las bases que condujeron a su origen indican un fuerte compromiso con nuestra realidad actual. El modelo del profesional de la carrera2 plantea determinadas premisas que permiten comprender las particularidades de la formación en el pregrado. Los requerimientos sostienen que la carrera de Licenciatura en Estudios Socioculturales es un programa de formación de pregrado dirigido a formar un profesional comprometido socialmente, capaz de utilizar, con enfoque interdisciplinar, los recursos de las ciencias sociales y las experiencias del trabajo cultural para propiciar la potenciación de iniciativas o proyectos que favorezcan la producción de cambios en la realidad sociocultural y que contribuyan a la elevación de la calidad de vida y el protagonismo de la población en dicha transformación.

El perfil de la profesión3 se encamina a incentivar el gusto por el arte, la música, la creación literaria y danzaria, además del teatro como parte del desarrollo e intervención sociocultural. Los estudios de tales manifestaciones se reconfiguran al interior del objeto de trabajo y los campos de acción del profesional, de ahí el significado que poseen con interés instructivo-formativo y al unísono desde la sensibilidad humana.

El objeto de trabajo del egresado de la carrera4 se centra en los procesos culturales que ocurren en diferentes contextos sociales, especialmente aquellos que inciden en el incremento de la calidad de la vida colectiva, el enriquecimiento espiritual, el fortalecimiento de la identidad cultural y la capacidad de participación de la población en dichos procesos. Los campos de acción de la carrera se encaminan con la gestión y la promoción sociocultural, la teoría y la metodología social, la historia y el pensamiento cultural y la cultura cubana. Ello permitirá actuar en la identificación y desarrollo del potencial cultural de los territorios, el trabajo sociocultural comunitario, así como la extensión cultural que se realiza desde instituciones, organizaciones, comunidades, empresas y otras entidades.

De acuerdo con el modelo del profesional de la carrera, el trabajo del profesional5 responde, en todos los casos, a la realidad sociocultural de los espacios donde incida, ya sea zonas urbanas, rurales, de difícil acceso o determinadas por el peso particular que tengan en el territorio grupos étnicos, generacionales o de género, siempre desde el respeto a la diversidad. La amplitud de tales espacios obliga al profesional a realizar una interpretación científica e integral de la realidad, a propiciar procesos de concertación entre instituciones culturales, educacionales y otras entidades de interés. Aspecto esencial de estos procesos de integración es la identificación y desarrollo del potencial cultural del territorio, privilegiando a artistas, intelectuales y creadores, así como otros técnicos y profesionales, como son promotores culturales, instructores de arte, trabajadores sociales, líderes comunitarios, entre otros.

Como es evidente, la dimensión cultural expresa su función vertebradora en la carrera de Estudios Socioculturales; de acuerdo con su misión y objeto de estudio instruye y afirma el conocimiento sobre las más disímiles formas artísticas que colorean el mundo sociocultural. Por tal motivo, se escogen estudiantes de esta carrera, presumiendo que serían fieles defensores de la riqueza artística en sus más diversas expresiones. Teniendo en cuenta esta premisa, se elige el teatro bajo la consideración de ser una de las prácticas culturales que revela determinada apreciación en el imaginario sociocultural de la juventud.

Ante la necesidad de comprender las complejidades presentes en las mentalidades juveniles (necesidades y motivaciones culturales) se presenta el siguiente problema científico: ¿Qué valoración poseen los jóvenes universitarios de la carrera de Estudios Socioculturales con respecto al teatro como práctica cultural? Persiguiendo el objetivo: valorar la posición de los jóvenes universitarios de la carrera de Estudios Socioculturales con respecto al teatro como práctica cultural.

La investigación se considera novedosa para los estudios de consumo cultural en el país, los resultados permiten identificar las prácticas del consumo teatral en la juventud universitaria y las razones que poseen los jóvenes para priorizar determinadas prácticas por encima de otras. Los datos ayudan a reprogramar las acciones que realiza el Consejo de Artes Escénicas e instituciones teatrales para enfatizar en la formación de públicos, teniendo en cuenta las particularidades de los jóvenes del campo universitario y del espacio bayamés.

Entender los procesos que ocurren en este ámbito implica un conocimiento teórico conceptual que la literatura científica concibe como resultado oportuno para la comprensión del fenómeno. En ese plano resulta de interés la mirada analítica que presupone la teoría de Pierre Bourdieu, cuando introduce los conceptos de habitus y campo.

Para la presente investigación, no es posible entender el consumo del teatro como práctica cultural sin involucrar todo el proceso que opera entre la realidad que caracteriza a los consumidores y el medio sociocultural donde se desenvuelven. Para mayor posicionamiento del análisis, se considera pertinente direccionar el abordaje teórico desde la teoría de Pierre Bourdieu. De acuerdo con esta teoría, las prácticas culturales de las personas son un producto de —o se ven fuertemente influidas por— la interiorización inconsciente de esquemas cognitivos, valóricos y afectivos (Bourdieu, 1979). En palabras de Bourdieu, se trata de comprender el habitus que poseen los actores sociales, internalizados en sus prácticas y el campo donde interactúan y se ejerce dicha práctica. En esa dicotomía se analiza el habitus de los jóvenes teniendo en cuenta sus prácticas culturales (gustos, intereses necesidades), y particularmente vinculado al tipo de experiencias y vivencias que priorizan, asimilan y defienden en la comunidad universitaria, la cual posee determinadas características vinculadas con la coyuntura sociocultural e histórica donde se analice el fenómeno.

Consumo cultural. Algunas ideas para repensar según los tiempos y los contextos

Los estudios sobre consumo cultural se han convertido en una temática de gran interés investigativo en el siglo XXl, debido a la influencia de un contexto signado por factores sociales, económicos, políticos y culturales complejos, como consecuencia del proceso de globalización; también influye el avance científico y tecnológico de la información y la comunicación que conducen los productos culturales, diversificando los patrones de consumo y las prácticas culturales en las sociedades actuales.

En el panorama de las ciencias sociales se ha promovido el consumo desde varias concepciones. En un primer acercamiento se constata un pensamiento economicista en el análisis de Simmel (1957), Marx (1970), Veblen (1976), Weber (1985); desde esa óptica, el consumo se entiende a través del valor de uso que los individuos les otorgaban a los objetos. Un cambio es visible en décadas posteriores, las hipótesis tradicionales en la que solo se admite al consumidor como un agente pasivo, comienzan a renovarse con la introducción de la perspectiva social. La nueva visión es patente en las concepciones teóricas de Wright-Mills (1956), Marcuse (1967), Adorno y Horkheimer (1969, 1997). Más adelante se incorporan las concepciones de prácticas sociales y culturales en el abordaje científico de Baudrillard (1976) y Bourdieu (1979, 1987, 1990, 1992, 1993, 1997, 2000). En el caso del consumo cultural del teatro en jóvenes, se revelan otras explicaciones amparados en categorías como culturas juveniles y análisis generacional. Dicho tratamiento contempla autores del siglo XX como Mannheim (1993) y Parsons (1963)6. A finales del siglo XX y primera década del XXI, se aprecia la continuidad del enfoque en el continente latinoamericano. Es el caso de Martín- Barbero (1987), García Canclini (1995), Sunkel (2002), Mantecón y Piccini (2000), Mantecón (2002), Mato (2002), así como las investigaciones que incluyen a los adolescentes y sus consumos a través de la aplicación de encuestas sobre los hábitos culturales, patrones de consumo, medios de comunicación, audiencias, estudios de público, etc.

A este cúmulo, se suman otros resultados con nuevas temáticas como las migraciones, el rock y las nuevas formas de expresión y representación juvenil. También se inician los estudios sobre las juventudes, donde se incluye el mundo de los universitarios, en las voces de De Garay (2002, 2004) y Pineda (2010).

En esos resultados, se presentan diagnósticos sobre el uso del tiempo libre, hábitos y gustos, mostrándose el teatro como práctica de poca preferencia y de consumo limitado, con efímeras visitas por parte de los jóvenes. Según las encuestas7 realizadas en la última década, se afirma que el teatro no ha contado con la predilección del público, los datos confirman que el 67 % de los encuestados nunca lo ha visitado.

Para estudiar las razones sobre el consumo del teatro, es preciso comprender que los mapas culturales y el habitus, cambian su concepción ante el panorama cultural actual; la idea de consumir teatro se declina ante un cambio de los distinguidos de hoy, ¿quiénes serían?, ¿qué cultura consumen?, ¿en qué espacio social se desenvuelve la práctica teatral?, siguiendo las razones del habitus pierden sentido ante la estética cultural, entonces, ¿cómo entender la cultura del consumo?

La cultura de consumo es aquella en la que la mayoría de los consumidores ávidamente desean, persiguen, adquieren y disponen de bienes y servicios culturales valorados por razones no utilitarias como la búsqueda estatus. Referente al teatro, pudiera definirse como «práctica de consumo cultural del teatro», al proceso de consumo que se desarrolla con la asistencia a una sala teatral que permite el intercambio, apropiación y uso de lo ofrecido por un grupo teatral; situación que encierra dos momentos; por un lado, la decisión para acceder al producto mediante el proceso de gestión cultural; y segundo, el acto de consumo en sí mismo, donde se requiere un espectador-consumidor que entre al proceso y desarrolle la práctica de consumo.

El teatro como oferta en la concepción de consumo no se aprecia adecuadamente, existe resistencia para entender el arte teatral más allá de elemento escénico. Sería entonces un bien de consumo que requiere fórmulas de gestión en competencia con los productos alternativos para los consumidores. Para entenderlo, nos apoyamos en la teoría de Bourdieu, cuando explica el concepto de habitus para visualizar que estos habitus o gustos generan las prácticas de consumo. De igual modo, define el campo como:

... espacio social, donde se configuran las relaciones objetivas entre posiciones diferenciadas, independientes de la existencia física de los agentes que las ocupan o sea, un espacio integrado por un sistema de relaciones sociales, definido por la posesión o producción de una forma determinada de capital (Bourdieu, 1992, p. 72).

Esta categoría solo adquiere un significado siempre y cuando se analice el habitus como complemento, al decir de Bourdieu: «el habitus constituye el fundamento objetivo de la regularidad de las conductas, en esencia, es aquello que hace que los actores sociales se comporten de cierta manera en ciertas circunstancias» (Bourdieu, 1987, p. 40). De este modo, el habitus se genera, se construye y desarrolla en vínculo estrecho con el accionar pedagógico de la familia y la escuela, que a la vez están condicionadas por el contexto socio económico (Bourdieu, 1979). De ahí que el habitus adquiera un carácter multidimensional, en tanto aborda el plano cognoscitivo, axiológico y práctico (Giménez, 1997).

De acuerdo con la teoría de Pierre Bourdieu (habitus-campo), puede considerarse el estudio de las prácticas culturales en los jóvenes. Los hábitos adquiridos durante la niñez, mediante la interacción con la familia, la escuela y los diferentes escenarios por los que transitan durante su desarrollo y formación, son a su vez condicionados por las estructuras objetivas (o sea el sistema de campos) que rigen las sociedades y por la propia dinámica en la que esta se desenvuelve.

En el libro Le senspratique8, se plantea que el habitus está constituido por sistemas de disposiciones durables y transponibles, estructuras predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes (García Canclini, 1995). De acuerdo con sus premisas, el conjunto de las prácticas que realiza cada persona o grupo, garantiza su coherencia con el desarrollo social, más que cualquier condicionamiento ejercido por campañas publicitarias o políticas.

Este se encarga de «programar» el consumo de los individuos en las diferentes sociedades, de aquello que van a «sentir» como necesario, demostrando la influencia de las necesidades en la construcción del habitus; sin embargo, no siempre se refleja en las prácticas culturales adoptadas en el transcurso de la vida, también influye la realidad social y el escenario donde se producen las interacciones dadas.

Las prácticas se actualizan constantemente. Al decir de Bourdieu, la relación entre el habitus y el campo mantienen una relación de condicionamiento: el campo estructura el habitus, al tiempo que este contribuye a constituir el campo como mundo significativo, dotado de sentido y de valor, de tal manera que el habitus como lo social incorporado, está «como en su casa» dentro del campo que habita, que percibe como dotado de sentido. Si bien el habitus tiende a reproducir las condiciones objetivas que lo engendran, también el desarrollo del individuo en un nuevo contexto y con la apertura de posibilidades históricas diferentes, permiten reorganizar las disposiciones adquiridas y producir prácticas transformadoras (Bourdieu 1993).

El análisis sobre las concepciones abordadas para referirse a los campos: campo de poder, campo político, campo científico y campo cultural, y a los habitus desde su teoría sociológica del consumo, presentan procesos de distinción social y la dimensión simbólica de los mismos, los gustos convertidos como el entramado en el que los individuos legitiman y objetivan sus bienes de consumo (Bourdieu, 1997).

Actualmente, las sociedades han sido influenciadas por una dinámica donde el consumismo de bienes y servicios se ha convertido en una necesidad que repercute especialmente en los jóvenes. Este nuevo contexto de cambio y desarrollo produjo la adopción de nuevas prácticas culturales un poco alejadas del tradicionalismo, la preservación del patrimonio cultural (tangible e intangible) y el surgimiento de nuevas necesidades que nunca logran alcanzar un punto de satisfacción por su carácter materialista; incluso, mantienen una constante curiosidad por obtener los nuevos adelantos que se insertan con los medios de la informática y las comunicaciones.

A fin de participar en su saber y su disfrute, los jóvenes como público deben alcanzar la misma aptitud que los artistas para percibir y descifrar los códigos establecidos en la representación de las obras teatrales, pero, sobre todo, deben cultivar un interés puro, un alto nivel sensitivo para apreciar estas actividades, independiente de su contenido, como formas de disfrute y recreación.

Es en medio de esta realidad en la que se desenvuelven los jóvenes, se precisa del teatro como una práctica cultural que transite al unísono de la formación profesional y del gusto por este arte. Pero para mantenerlo vivo en las nuevas generaciones se debe educar desde la infancia mediante el apoyo en la labor formativa y educativa que se realiza en las escuelas, y el vínculo con las instituciones culturales. De esta forma, la conducta va estar direccionada por los hábitos culturales que se continúan formando como una consecuencia de la dimensión histórica.

METODOLOGÍA

Para el desarrollo metodológico se asume la triangulación de técnicas de investigación cuantitativa y cualitativa. En un primer momento, se aplicó un cuestionario que permitió obtener información sobre el consumo cultural siguiendo las prioridads de los jóvenes universitarios. En este orden fue posible identificar el nivel de las preferencias establecidas y corroborar el ínfimo lugar que posee el teatro como forma de atracción cultural.

Toda vez que los resultados mostraron un alcance poco significativo hacia el teatro como práctica cultural, resultó factible el uso potencial de los grupos focales y las entrevistas, como técnicas cualitativas favorables para penetrar en las expresiones subjetivas y el accionar interpretativo de los jóvenes universitarios que cursan la carrera de Estudios Socioculturales.

La carrera de Estudios Socioculturales posee un total de 61 estudiantes, comprendidos en cinco años académicos. Teniendo en cuenta las diferencias que existen en el currículo formativo, consideramos conveniente realizar el análisis con estudiantes que cursan desde el segundo hasta el cuarto año de la carrera. De este modo fue posible considerar las diferencias evidentes, entre aquellos grupos que habían recibido la asignatura de teatro y otras afines a la apreciación artística y aquellos que aún no poseían ningún conocimiento al respecto.

En el análisis de estos jóvenes también se consideró su impronta como universitarios. Se tuvo en cuenta que aquellos que recibían conocimientos relacionados con la cultura como parte de su formación profesional, desarrollarían determinada sensibilidad hacia las diferentes manifestaciones artísticas donde se incluye el teatro como parte del currículo base. Por tanto, la investigación incluye un análisis comparativo entre estudiantes al interior de la carrera y al unísono examina a dicho grupo etario, siguiendo sus particularidades como jóvenes y como universitarios de una carrera que fomenta la cultura artística frente a un mundo globalizado.

De igual forma, resultaron pertinente la utilidad de entrevistas enfocadas a especialistas de la rama de la cultura: artistas, directores y programadores que conocen el mundo teatral y cultural del territorio.

Como parte de la búsqueda de datos que aluden al tema, resultó importante la revisión de documental presente en las instituciones culturales y en el Consejo de las Artes Escénicas. La exploración permitió comprender la dinámica de trabajo que poseen las instituciones teatrales, el curso de la programación que presentan, y la realidad participativa de los jóvenes en las salas teatrales.

RESULTADOS

De acuerdo con los resultados cuantitativos obtenidos a partir del cuestionario, se corrobora que los intereses, necesidades y motivaciones que dirigen las prácticas de consumo cultural en los jóvenes universitarios se encuentran lejos de aquellas manifestaciones artísticas que fomentan la espiritualidad cultural. Los estudiantes declaran como prioridad, entre sus prácticas de preferencia, aquellas formas que constituyen expresividad de diversión movidos por formas de esparcimiento que promueven los programas extranjeros variados (42,8 %) y la TV (31,8 %). En cambio, el cine y la visita a centros como museos, galerías y teatros (24,9 %) no poseen el mismo valor.

Teniendo en cuenta la posición ocupada por el teatro en el orden de preferencia, se dirigieron el resto de las preguntas, con la intención de conocer el alcance distintivo concerniente a la participación teatral. Como criterio esperado, la preferencia marca niveles de jerarquía que preponderan la creatividad actual; los jóvenes prefieren las puestas teatrales realizadas en espacios abiertos, tal es el caso del «Teatro callejero» (79 %), no así al interior de salas (21 %) donde podrían percibir las puestas en escena.

Los resultados van evidenciando diferencias sustanciales que indican la contraposición entre las ofertas culturales de nueva factura y aquellas que tiene el estigma de ser legendarias; por tal motivo, se consideró oportuno conocer en qué etapa de la vida visitaron por primera vez el teatro. Los datos confirman que la niñez (49,7 %) y la adolescencia (30 %) resultaron los mejores períodos de apropiación de dicha práctica, el resto de los encuestados manifestó (19,8 %) su inicial visita en la etapa actual de sus vidas.

Las vías de acceso al teatro también constituyeron puntos de atención para este análisis, en la medida en que pueden valorarse los elementos socializadores que en algún momento pudieron ser fuerza de empuje para internalizar ciertas prácticas culturales. En este caso se corrobora que la escuela (46,9 %) y la familia (32,6 %) resultaron las formas más comunes declaradas como esenciales para visitar y conocer la manifestación teatral. El resto explica que gracias a la formación profesional (12,5 %) y por causa de las relaciones sociales entre amigos (8 %) pudieron experimentar algunos conocimientos al respecto.

Otros tópicos también resultaron objeto de interés; es el caso de los motivos para la visita teatral en alguna ocasión de sus vidas. Al respecto, priman ciertas posiciones: «quería ver un espacio humorístico» (57,9 %), «fui para acompañar a alguien» (23 %), «me interesó compartir un espacio de embullo con amigos» (8,9 %), «entré de casualidad», (6,7 %), «accedí como una forma de opción cultural» (3,5 %).

De igual modo, es visible que la visita al teatro está marcada por el interés en espacios humorísticos o musicales, en detrimento de las puestas de obras teatrales ya, sean clásicas o contemporáneas. En orden descendente los datos afirman la prioridad: interés humorístico (68,2 %), musical (23,7 %) y dramático (8,1 %).

Finalmente, se comprueba que los motivos por los que no comparten las representaciones teatrales son diversos, pero constan algunos bien expresivos de la realidad juvenil: «no me interesa» (32 %), «no me entero cuando hay presentación» (22,3 %), «no tengo tiempo» (18,2 %), «mi casa está muy lejos de la sala de teatro» (17,7 %), «no tengo con quien ir» (9,8 %).

Aunque se conforman datos ilustrativos de la realidad que opera en la juventud universitaria, se consideran efímeros frente a la riqueza que puede presentarse en sus valoraciones interpretativas, de ahí la importancia en el tratamiento cualitativo de los resultados. Al respecto, pudo desarrollarse una interpretación que ilustra la presencia de determinadas premisas valorativas sobre el comportamiento juvenil sobre el consumo cultural. Para explicar los detalles que especifican diferencias y asemejan posturas en el discurso juvenil, se incorporan algunas ideas que permiten comprender el imaginario cultural que les caracteriza.

Indicadores para el análisis

• El habitus: intereses, gustos, y necesidades culturales
• El teatro: conocimiento como manifestación artística
• El teatro como práctica de consumo cultural
• La ciudad de Bayamo: ¿campo cultural para el consumo del teatro?

El habitus: intereses, gustos y necesidades culturales

En el discurso juvenil es recurrente la emergencia de varias opciones que resultan de mayor interés y atractivo juvenil, movidos en un campo cultural donde los espacios de socialización presentan las dinámicas propias de su grupo etario, en esencia, válidos en discotecas, plazas, cabaret, donde es posible compartir con amigos. Entre tantas de las opiniones juveniles, se destacan semejanzas entre los criterios que aluden a un firme interés por el consumo de aquellas actividades que reportan placer, diversión, recreación entre otras posturas que expresan esparcimiento. Sobre estos intereses los universitarios comentan9:

Durante los fines de semana, lo que nos gusta es ver series, ir a las plazas bailables, la discoteca, entre otros (E-2do año).

Nos gusta el baile y los lugares de nuestra preferencia son las discotecas, los reservados, la música, la fiesta, el café literario, entre otros (E-3er año).

La discoteca, las cafeterías, ver series, la plaza, el Bayam10, fiestas, no contamos con muchas ofertas en la televisión –refiriéndose al teatro- y también los programas humorísticos (E-4to año).

En el comportamiento cultural de los jóvenes no se visibiliza el consumo del teatro como oferta de esparcimiento cultural. Consideran que este tipo de actividad no es parte de las necesidades culturales ni de sus intereses, en tanto no es una práctica entre amigos que posea capacidad de atracción; se motivan por acceder a otras formas culturales movidas por la búsqueda del esparcimiento y la diversión que marcan puntaje en el ideal juvenil actual.

De acuerdo con sus opiniones, el interés cultural está marcado por mantener emociones fuertes, al ritmo de la vida, movido por acciones típicas de su grupo etario; en cambio, no se proyectan por potenciar otras necesidades que cultivan el alma, que estén acorde con su lugar en la sociedad, sobre todo por su formación como profesionales de una carrera -en este caso- con un importante rol cultural.

Buscamos otras opciones durante el fin de semana, tenemos otras necesidades, más movidas y recreativas (E-2do año).

Nos gustaría el teatro dependiendo de la propuesta teatral que sea y si el tema nos interesa o no, se puede utilizar para romper con la rutina, pero con humor o algo así (E-4to año).

Depende de lo que se oferte, pues no se corresponde con nuestras necesidades, si es una representación que nos guste sí, pero si no, no nos interesa (E-3er año).

Por otra parte, se comprueban otras categorías de análisis que también poseen una intervención importante, para entender los intereses y necesidades culturales; se trata de los agentes de socialización, donde la familia y la escuela ocupan un rol central. Por lo general, el teatro como forma de acceso cultural no ha sido socializado desde la familia como agente de internalización de tradiciones y costumbres, en esencia, no ha sido priorizado como parte de la cultura artística asumida por el grupo.

Cuando se analizó la etapa de sus vidas en que participaron por primera vez en una puesta teatral, los criterios fueron diversos. Una gran parte de los estudiantes argumentó su participación esporádica durante la niñez, y en la vida escolar, durante actividades que se realizaban para los niños como el concurso infantil «Reparador de sueños» o simplemente cuando el «Circo de Cuba» traía sus presentaciones a la ciudad. No obstante, un grupo significativo manifestó no conocer sobre esta práctica en ningún momento de sus vidas.

Consideramos que si se desea formar una cultura teatral en los jóvenes es necesario comenzar primero por las escuelas, donde se promuevan sus espacios (E-3er año).

No es bueno que te obliguen a visitar una obra teatral, lo bueno sería que la escuela enseñara a comprender el arte desde cualquier tipo de manifestación (E-4to año).

En este análisis, resultó significativo reconocer cómo las prácticas culturales, se socializan –muchas veces- dirigidas por un discurso oficial; por ejemplo, el hecho de participar como una exigencia escolar, no es considerado como una práctica cultural, porque ello infiere un carácter normativo, lo ideal sería apelara la educación del gusto y la comprensión de la naturaleza artística.

El teatro: conocimiento como manifestación artística

Las preguntas realizadas denotaron diferencias al interior de cada año académico. Los estudiantes que cursan el tercer y cuarto año, se mostraron más atentos y expresaron mayor conocimiento por el teatro como tipo de arte. En ellos, se observa mayor comprensión y reconocimiento de la realidad teatral. Lo anterior sitúa la influencia que puede ejercer la asignatura de «Teatro Cubano», y otras que en el panorama internacional reciben como parte del currículo base.

Fue posible comprobar que los estudiantes muestran conocimiento sobre el teatro con basamentos teóricos; sin embrago, no se visibiliza en ellos la sensibilidad genuina hacia esta manifestación como práctica cultural, como uso incorporado en sus procederes socioculturales desde el accionar juvenil. Cuando se les preguntó por el conocimiento del teatro como manifestación artística, las respuestas visibilizaron ciertas diferencias:

Una actuación donde los actores expresen disímiles personajes, le dan vida y lo representan de una manera dinámica, exclusiva para que llegue de forma más atrayente (E-2do año).

Mímica, una actuación donde se representa una obra, escenario donde se expresa algo al público y se da a conocer una obra (E-3er año).

Expresar lo que uno siente y el espectador lo puede interpretar de manera subjetiva, es decir, llegar al interior de las personas. Una práctica espiritual, un gusto estético, puede tratar géneros dramáticos, una tragedia. Y se relaciona con temáticas como espectáculo, creación, escenografía, actuación, obra, escena, puesta en escena, espectáculo musical y humorístico, recreación, pantomima (E-4to año).

En cuanto a las valoraciones, resulta significativa la comparación entre estudiantes del segundo año. De acuerdo con la relación conocimiento y participación en puestas escénicas, se observa una relación directamente proporcional; quienes alguna vez han participado sienten determinado interés, en cambio, aquellos que nunca han experimentado este tipo de arte, no sienten motivación; así expresa un estudiante:

Algunos hemos ido y nos gusta, otros nunca hemos ido y no nos gusta (E-2do año).

Los estudiantes del cuarto año presentaron respuestas más acabadas y precisas, analizándolo como un reflejo subjetivo de la propia realidad y reflejando los conocimientos adquiridos a través de la asignatura «Teatro Cubano», impartida en el tercer año de la carrera. Para corroborar lo anterior se presentan algunas ideas:

Es un reflejo de lo cotidiano, la realidad social, una percepción, llevar la realidad social a lo artístico, o sea, es un espacio donde se realiza uno obra o una puesta en escena (E-4to año).

Es complicado en los jóvenes entender razones, juicios y posiciones culturales, debido a la diversidad de criterios; sin embrago, frente a la pregunta sobre qué imaginan cuando se les habla de escena, de obra, de teatro, los argumentos resultaron similares. Se notifica la restricción en sus palabras para fundamentar las ideas, debido a la exigua afluencia a estos espacios.

Lo que sucede es que los jóvenes preferimos otras manifestaciones antes que el teatro, el teatro sería más interesante que ver una película porque puedes estar en contacto directo con los artistas en el momento en que se ejecuta, es algo real, pero como no existe una cultura de consumo teatral, esta manifestación no está incorporada como una práctica cultural (E-3er año).

Tendríamos en cuenta las otras actividades que estén ofertando, porque si en la plaza ofrecen un concierto de un artista que nos guste a los jóvenes, nadie iría al teatro por muy buena que esté la obra (E-4to año).

Muy pocas personas lo conocen, el teatro no arrastra mucho público porque en las experiencias que hemos tenido solo van los conocidos de los artistas que están realizando la presentación (E-4to año).

En los ejemplos anteriores se sitúan las valoraciones a partir no solo del interés, sino también del papel formativo que como campo cultural ejerce el currículo de la carrera, diferenciado notablemente entre el grupo de encuestados. Ello permite evidenciar que la relación entre conocimiento y posicionamiento del teatro como práctica cultural presenta similitudes y acercamientos desde la madurez, los intereses y otras necesidades que se ventilan en escenarios cotidianos.

En este caso, el espacio universitario como campo cultural juega un papel central, las actividades extracurriculares y de extensión universitaria también interactúan en el imaginario cultural juvenil.

Aquí en la universidad no se promociona el teatro ni se muestra algún vínculo con las instituciones teatrales para que se dé a conocer su programación y aquí no fomentan estas actividades, no podemos apreciarla ni formar el gusto, es por ello que no lo tenemos incorporarlo como una práctica cultural (E-3er año).

Se comprueba que las actividades que se realizan como parte del accionar extensionista de la Universidad de Granma, necesitan reajustarse. Los universitarios precisan instruir el alma y el pensamiento artístico potenciando la cultura desde todas sus manifestaciones, de manera tal que se incorporen en la cultura diaria, y formen parte de la vida cultural, como práctica ejercida, internalizada y complementada.

El teatro como práctica de consumo cultural

Los juicios corroboran la presencia de ciertos conocimientos sobre el teatro, más o menos fundamentados, pero sin apreciación detallada que implique argumentos válidos, como debiera ser típico en estudiantes universitarios que cursan la carrera de Estudios Socioculturales, ello permitió acceder a otro valorativo, direccionado a la práctica del consumo.

Las respuestas presentan una pausa con respecto al teatro como práctica de consumo, los jóvenes no lo incluyen en sus salidas, paseos y opciones como práctica cultural, se logra percibir que anteponen otras iniciativas para su esparcimiento y recreo. Solo muestran interés cuando las representaciones teatrales van acompañadas de música y humor. Lo anterior acentúa la idea de fomentar la cultura teatral para alcanzar una mayor capacitación y formación profesional en los universitarios.

En la lógica del análisis juvenil, son recurrente expresiones que puntualizan la necesidad de un teatro de sala imbuido en la realidad del cubano de hoy, de la vida actual y sus especificidades cotidianas, que se parezca a los jóvenes de hoy, o bien de un teatro más musical y humorístico. Tales apreciaciones muestran la marcada definición por intereses, gustos y deseos de diversión, amparados por opciones más atrayentes, que evidentemente no se encuentran en una puesta teatral.

Lo que está pasando en la realidad necesita de análisis. Algunas veces a las personas no les gusta, pues buscan rescatar lo que ya pasó y la realidad cubana es otra, también serían buenos los temas populares y de género (E-2do año).

Necesitamos un teatro musical que sea bueno, si tiene humor mucho mejor, pero no nos gustaría ver una obra clásica sin fundamento actual, preferimos que sean vinculadas a la realidad (E-3er año).

Obviamente, los jóvenes necesitan un teatro incorporado a la vida cultural actual, donde se promuevan sus espacios, sus lenguajes y visiones cotidianas. No es posible ignorar la competencia que ejercen las nuevas formas de consumo desde las comunicaciones y la informática; es evidente la agudeza de los dispositivos que por su novedad despiertan constante interés y convocan a la apertura del descubrimiento.

El teatro aquí se ha tomado como algo aburrido, en esto influye la dinámica de la actualidad, pues es más movida y se inclina por la cultura del consumo y esa práctica no interesa de igual manera (E-3er año).

Eso se corresponde con las necesidades de las personas, pues actualmente prefieren conectarse por la red Wifi, si a los niños desde pequeños se les enseña lo que es el teatro y se educaran en relación a esta cultura cuando sea un adulto sí va a sentir atracción por este arte, también depende de los padres (E-3er año).

También intervienen otros elementos que no se deben descuidar, específicamente se trata de la conducta juvenil que marca fronteras en el contexto sociocultural, movida por la influencia externa del consumo que emana de la música, el video clip, la propaganda futbolista, las redes sociales, entre otras formas de manifestación. En ese mundo complejo la posibilidad del teatro como práctica cultural compite con los hábitos culturales priorizados por sus intereses, de manera que limitan su carácter formativo:

Depende de los temas, hemos ido al cine, pero nunca al teatro, no conocemos las nuevas actividades que se están realizando como el teatro de pequeño formato y por eso, no vamos (E-2do año).

El factor institucional constituye otra realidad que se debe valorar con creces. Las acciones institucionales que promueven el arte escénico influyen en la participación del público, ya sea joven o de otra índole. Se ha demostrado que la programación, divulgación y promoción del mundo cultural deben estar a la altura de la motivación del público joven. Las repuestas de los estudiantes muestran el peso de esa realidad.

No nos gusta y no tenemos esa percepción por este arte, sabemos que deberíamos consumirlo (E-2do año).

Depende de los gustos de cada cual, aquí en Granma la cartelera es deficiente, divulgan muy poco las actividades, no realizan una buena promoción, no responde a las necesidades y gustos de los jóvenes (E-4to año).

Si las instituciones contaran con un mayor presupuesto, podrían hacer una promoción más eficiente (E-3er año).

Los jóvenes entrevistados presentan lógicas culturales que en alguna medida se alejan de la razón profesional para la que se preparan, no solo la idea de desconocimiento, acceso o necesidades, sino también la persistencia de un carácter formativo, de distinción social, de pertinencia, así como de los factores que inciden en sus propios comportamientos.

La ciudad de Bayamo: ¿campo cultural para el consumo del teatro?

En los años trabajados, se logró establecer la relación entre teatro-interesesesparcimiento cultural. Para ello fue necesario apoyarse en determinadas preguntas: ¿Tiene relación el teatro con ustedes como jóvenes? ¿Qué relación existe entre el teatro y la ciudad de Bayamo?

Dado el matiz teórico del estudio, el tema del habitus y campo presenta una línea atrayente en los resultados, la influencia que ejerce la ciudad de Bayamo en la adopción de sus prácticas culturales es un punto cardinal en este recorrido. Las apreciaciones conducen a señalar que la ciudad constituye una barrera para el desarrollo del teatro como práctica cultural, porque Bayamo se concibe como una «ciudad apagada», «sin vida nocturna» y donde «no existe un vínculo entre las universidades y las instituciones teatrales».

Corroborar lo anterior, sitúa con claridad una esencia recurrente en los estudios de consumo cultural en Bayamo. Resultados anteriores aseveran que la vida cultural de la ciudad dista mucho de los intereses juveniles. Algunos comentarios reafirmar dicha proyección.

Bayamo está apagado, no se promueven los espacios y los jóvenes no se enteran de ello, prefieren irse para la discoteca y a otros lugares, los que se enteran son los que se mueven en ese sector. La institución debería acercarse a las universidades para promocionar sus espacios (E-2do año).

Solo está incorporado en una pequeña escala de la sociedad. Nosotros siempre vamos a la discoteca, a fiestas, el teatro de aquí ya tiene su público, no tiene que ver con nuestros intereses (E-3er año).

La promoción, programación y la divulgación, entre otros factores, han sido objeto de análisis y de otras investigaciones; es importante destacar que en los criterios emitidos aparecen recurrentemente los temas de la promoción asociado a desconocimiento, sin embargo, las justificaciones en tal sentido invitan a pensar en la necesidad del acercamiento de las instituciones a la universidad. Aun cuando no se visibilice una tradición teatral formada, matizada y socializada desde el seno familiar, subsisten criterios importantes que tienen su base en el sistema institucional y que deben tomarse en cuenta, por ejemplo:

No hay cultura de ir al teatro, no hay vida nocturna. Con respecto al teatro no hay ofertas, las personas no se identifican con el teatro, casi no se proyectan obras y cuando lo hacen no son del interés ni del gusto del público, no tratan de promover las actividades teatrales en la universidad (E-4to año).

De igual forma en los siguientes comentarios emergen cualidades propias de la juventud y sus intereses, que entran en contradicción con el modo de hacer cultural del campo universitario.

Deben buscar nuevas opciones como las fusiones que han hecho entre el teatro y en la Casa de la Cultura con los Teatro de pequeño formato (E-4to año).

No nos gusta y queremos algo nuevo, los jóvenes cambian según el momento histórico (E-4to año).

No se televisan las actividades que se realizan en los teatros de La Habana para que todos podamos visualizarlo, vivimos en una ciudad muy monótona (E-4to año).

La realidad del campo cultural bayamés y sus espacios para la juventud, y el papel de la universidad como componente esencial, no solo científico sino también cultural, constituyen elementos esenciales para comprender el posicionamiento de esta práctica cultural, con relación a la ciudad, la cultura y sus espacios:

Pobre, escaso, aburrido e invisible, pero consideramos que como estudiantes de la carrera nos debería gustar más el teatro (E-2do año).

A pesar de que es lento, no es el teatro sino las personas, el teatro siempre va a ser bueno, el problema es la manera en que se lleva a los públicos, existen obras muy buenas, pero deben utilizar y explotar más los medios que se utilizan para promocionarlas (E-3er año).

Es deficiente, escasa promoción, si lo promocionan en la universidad iríamos más. El vínculo del teatro con la ciudad es pobre (E-4to año).

Entre otras temáticas de interés, se aseveró en el significado que tenía para ellos, presenciar una representación teatral, y las razones por las que participaron. Sobre este particular consideran que solo es atrayente cuando el tema es de interés para los jóvenes como grupo etario, o por ser parte de la realidad en la cual vivimos. Así argumenta un estudiante:

Hemos ido al teatro José Joaquín Palma11 en algunas ocasiones cuando se han expuesto obras de teatro, por ejemplo nos gustó el día que realizaron una crítica hacia las personas que se han ido del país, con un toque humorístico (E-2do año).

Por último, se decidió poner un ejemplo para comprobar cuán variable puede ser para los jóvenes universitarios la realidad socio económico y cultural en la que se encuentran insertados, y la importancia que repercute en la adopción de sus hábitos y prácticas culturales del contexto en el que se socializan. A partir de los «grupos focales» o «grupos de discusión», se indicó el imaginario de otra realidad espacial, para conocer si había cambios en sus puntos de vista: ¿Si el teatro fuera en otra ciudad, por ejemplo, en La Habana, irían con un grupo de amigos? Al respecto contestaron:

En La Habana que es una ciudad con mayor desarrollo, las personas asisten con mayor regularidad al teatro y aquí es todo lo contrario (E-3er año).

En estos lugares hay una mejor promoción hacia los públicos, se divulga por la TV y todos se enteran, pero aquí la realidad es diferente (E-4to año).

De alguna manera, el conocimiento del arte teatral o el hecho de experimentar sus bondades, en algún momento de la vida, interviene en el comportamiento y el gusto artístico. Ello demuestra que es posible educar el gusto y la mirada cultural como parte de la sensibilidad que exige la cultura.

El análisis interpretativo denota las razones que justifican la limitada participación de los jóvenes en el mundo artístico teatral, prácticamente aceptan esta realidad como parte incorporada a las necesidades, costumbres e intereses etarios, imbuidos en el mismo saco común que envuelve a la juventud de estos tiempos; por tanto, se limitan otros puntos de vistas que pudieran ser parte del compromiso por elevar el acervo cultural como jóvenes universitarios.

La situación amerita a un examen más amplio para comprender que la universidad como sub campo cultural presenta dificultades para activar una lógica cultural que fomente la cultura artística en todos sus niveles, de modo que sea propicio con el quehacer universitario, como complemento y validación de la vida profesional con un carácter integral.

El encargo social del profesional que se está formando irrumpe con una lógica de comportamiento cultural que debiera re-colocarse en el imaginario cultural de los jóvenes, en la medida que son partícipes de una carrera que, por sí misma, exige de apreciación artística, de instrucción cultural y obviamente se incluye como parte del accionar de vida que deberá enfrentar como profesional de los Estudios Socioculturales.

CONCLUSIONES

En el debate entre estudiantes de la carrera de Estudios Socioculturales se comprobó la presencia de intereses y gustos alejados de las ofertas que brindan las instituciones culturales, se destacan: el consumo de series, programas televisivos, el interés por las fiestas populares, discotecas, entre otras formas que implican esparcimiento y diversión.

Se comprobó el desconocimiento del teatro como manifestación artística. Teniendo en cuenta la comparación entre los estudiantes, se patentiza que quienes cursan el 4to año de la carrera de Estudios Socioculturales muestran mayor conocimiento que el resto de los estudiantes; sin embargo, la presencia de este conocimiento no resulta suficiente, se percibe una limitada sensibilidad hacia esta manifestación como práctica cultural, como uso incorporado en el accionar juvenil.

La visita al teatro no se concibe como práctica cultural, se acepta en alguna medida cuando incluye acciones humorísticas y musicales; en cambio, persiste el desinterés por los espectáculos de sala, que necesitan la decodificación del mensaje para entender el fundamento de la obra teatral.

El campo cultural universitario no se percibe como espacio sociocultural significativo para el desarrollo de esta práctica cultural. La influencia que ejerce el medio es importante, en la medida que se establecen pautas, normas, y formas de comportamientos que se internalizan en el mundo cultural. En este caso, las actividades propias de extensión universitaria no fomentan el gusto, el conocimiento y la comprensión de las diversas manifestaciones de las artes, que impliquen la sensibilización por el teatro como práctica cultural.

Por otra parte, pudo constatarse la presencia de otros factores que, desde el punto de vista institucional en la rama de la cultura, ejercen presión sobre la percepción juvenil. Se comprueba que las instituciones teatrales muestran dificultades para desarrollar el quehacer promocional, la divulgación, la programación, así como en la calidad y producción del producto teatral.

El campo cultural de Bayamo también ejerce control sobre esta realidad, estableciendo y recolocando posicionamientos culturales, implícitos en hábitos, comportamientos, normas, costumbres e intereses, donde históricamente el teatro jamás ocupó una posición priorizada. La idiosincrasia sociocultural donde se insertan los jóvenes con sus historias familiares, escolares y comunitarias señaliza un camino distante hacia el arte escénico como forma de consumo cultural.

Se reportan alarmantes criterios que indican una intensa apatía en las voces de los jóvenes; persisten ideas, nociones y preocupaciones menos comprometidas con las manifestaciones artísticas, que lógicamente debieran constituir componente ideal de la vida universitaria. Desde este plano se descubren formas de consumo alejadas de la vida artístico-cultural y en cuyo núcleo, el teatro no se concibe como práctica cultural, por tanto, se mantiene aislado del imaginario juvenil, mientras otras opciones son priorizadas y legitimadas en sus habitus y el campo sociocultural.

NOTAS DE PIE

  • arrow_upward Las consideraciones parten de los resultados alcanzados durante la realización del proyecto: «La juventud cubana entre los modelos de inclusión y exclusión sociocultural: los consumos y prácticas culturales en jóvenes universitarios del Oriente Cubano» (2012-2015) liderado por el Centro de Estudios Sociales y Caribeños (CESCA). En el año 2015 y 2016, en la ciudad de Bayamo, se discuten los trabajos de diploma «Consumo cultural en jóvenes universitarios del Campus 2 de la Universidad de Granma» de la Lic. Donnaivis Barrios Hechavarría, y «Consumo del teatro como práctica cultural. Estudio comparativo entre los estudiantes de la Universidad de Granma», de la autora Rosa María Montejo Chávez. Ambos permitieron identificar los factores que incidían en el limitado consumo cultural del teatro en jóvenes universitarios.
  • arrow_upward Modelo del profesional de la carrera «Licenciatura en Estudios Socioculturales» (Documento de la carrera conforme con el Plan de Estudio).
  • arrow_upward Se aborda lo respectivo al perfil de la profesión, basado en el Modelo del Profesional de la carrera «Licenciatura en Estudios Socioculturales».
  • arrow_upward Se aborda lo respectivo al objeto de trabajo del egresado de la carrera, basado en el Modelo del Profesional de la carrera «Licenciatura en Estudios Socioculturales».
  • arrow_upward El trabajo del profesional responde a lo estatuido en el Modelo del Profesional de la carrera «Licenciatura en Estudios Socioculturales».
  • arrow_upward Desde la sociología estructural funcionalista se legitima el término de «cultura juvenil», se presenta como una cultura distinta a la adulta, con valores autónomos y en constante choque con el mundo adulto.
  • arrow_upward Encuesta Latinoamericana de Hábitos y Prácticas Culturales (2013).
  • arrow_upward El libro Le senspratique, es uno de los textos en los que se apoya García Canclini para realizar su análisis sobre la teoría sociológica de Bourdieu.
  • arrow_upward A partir del primer comentario realizado por los estudiantes, se determinó utilizar la letra E para detallar a los entrevistados, desde el segundo hasta el cuarto año de la carrera de Estudios Socioculturales.
  • arrow_upward Centro nocturno ubicado en la ciudad de Bayamo, provincia Granma.
  • arrow_upward Teatro José Joaquín Palma: institución teatral ubicada en el centro histórico de la ciudad de Bayamo.
  • arrow_upward Este artículo surge del trabajo de tesis del programa Licenciatura en Estudios Socioculturales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Granma.
REFERENCIAS

  • arrow_upwardAdorno, T. y Horkheimer, T. W., & Murena, H. A. (1969). Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires: Sur.
  • arrow_upwardAdorno, T. y Horkheimer, M. (1997). La industria de la cultura ilustración como engaño de las masas. En J. Curran (compilador), Sociedad y comunicación de masas. México: Fondo de Cultura Económica.
  • arrow_upwardBaudrillar, J. (1976). La génesis ideológica de las necesidades. España: Anagrama.
  • arrow_upwardBourdieu, P. (1979). La Distinción. París: Ed. de Minuit.
  • arrow_upwardBourdieu, P. (1987). Habitus, code, codification, Actes de la Recherche. Sciences Sociales, 64.
  • arrow_upwardBourdieu, P. (1990). Sociología y cultura. México, D.F.: Grijalbo-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
  • arrow_upwardBourdieu, P. (1992). Réponses. París: Seuil.
  • arrow_upwardBourdieu, P. (1993). Entrevista a Pierre Bourdieu: La lógica de los campos. Revista Zona Erógena,16 , 1-14.
  • arrow_upwardBourdieu, P. (1997). Capital cultural, escuela y espacio social (1ra edición en español). México: Siglo XXI editores.
  • arrow_upward Bourdieu, P. (2000). Cosas dichas (2da reimpresión). Barcelona: Editorial Gedisa.
  • arrow_upwardDe Garay, A. (2002). Los actores desconocidos, una aproximación al conocimiento de los estudiantes. Sociológica, 17(49), 361- 366.
  • arrow_upwardDe Garay , A. (2004). Integración de los jóvenes en el sistema universitario. Prácticas sociales, académicas y de consumo cultural. Barcelona: Ediciones Pomares.
  • arrow_upwardGarcía Canclini, N. (1995). El consumo sirve para pensar. En Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización. México: Grijalbo.
  • arrow_upwardGiménez, G. (1997). La sociología de Pierre Bourdieu. San Andrés, Totoltepec: Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
  • arrow_upward Gómez González, S., Riverón Hernández, K., Jay Griñán, M., & Madrigal León, D. Y. (2017). Prácticas culturales en jóvenes universitarios cubanos. Trilogía Ciencia Tecnología Sociedad, 9(16), 101-111. https://doi.org/10.22430/21457778.177
  • arrow_upwardMannheim, K. (1993). El problema de las generaciones. Revista Española de Investigaciones Sociológicas (REIS), 62. Recuperado de http://www.reis.cis.es/REIS/html
  • arrow_upwardMarx, K. (1970). Contribución a la crítica de la economía política. Madrid: Arredondo.
  • arrow_upwardMarcuse, H. (1967). Cultura y sociedad. Acerca del carácter afirmativo de la cultura. Recuperado de ftp://ftp.cdict.uclv.edu.cu
  • arrow_upwardMantecón, A. R. y Piccini, M. (2000). Recepción artística y consumo cultural. México: Casa Juan Pablos, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, INBA, Cenidiap.
  • arrow_upwardMantecón, A. R. (2002). Los estudios sobre consumo cultural en México. Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Buenos Aires: CLACSO. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
  • arrow_upwardMato, D. (Compilador). (2002). Una mirada otra. La cultura desde el consumo. En Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Caracas, Venezuela: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
  • arrow_upwardMartín-Barbero, J. (1987). Procesos de comunicación y matrices de cultura. Itinerario para salir de la razón dualista. España: Editorial Gustavo Gili.
  • arrow_upwardParsons, T. (1963). Youth in the Context of american Society. Een Erik Erikson (Ed.), Youth: Change and Challenge. Nueva York: Basic Books, 93-119.
  • arrow_upwardPineda, C. (2010). La voz del estudiante. El éxito de programas de retención universitaria. Bogotá: Unesco-Iesalc, Universidad de La Sabana.
  • arrow_upwardSimmel, G. (1957). Fashion. The American Journal of Sociology, LX18(6).
  • arrow_upward Sunkel, G. (2002). El consumo cultural en América Latina. Santafé de Bogotá, Colombia: Convenio Andrés Bello.
  • arrow_upward Veblen, T. (1976). La teoría de la clase ociosa. México: Fondo de Cultura Económica (edición original, 1899).
  • arrow_upwardWeber, M. (1985). Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. México: Fondo de Cultura Económica.
  • arrow_upwardWright-Mills, C. (1956). La élite del poder. New York: Fondo de Cultura Económica.