Fecha de recepción: 6 de noviembre de 2019
Fecha de aceptación: 29 de enero de 2020
La digitalidad es un aspecto de la tecnología que ha venido transformando las formas de relación del hombre con el mundo y las nuevas tecnologías. En esta perspectiva se plantea un problema en tanto que el hombre se enajena y pierde el sentido de su existencia. Por ello, el texto presenta una reflexión en torno a la búsqueda del sentido de la digitalidad, como una herramienta que sirve al ser humano. Esto se propone desde el desarrollo de la generalidad superior planteada en la hermenéutica desarrollada por Gadamer. El texto se plantea como un avance en la búsqueda del sentido en la era digital, que le permita al hombre asumir sus cualidades, desde la metodología de la interpretación que plantea la hermenéutica, y descubra el propósito de la vida con la intervención de los medios digitales. Cuando se identifica el sentido de la digitalidad, se reconocen las maneras de relacionarse entre el hombre y los sistemas digitales y las posibles influencias que las diferentes concepciones pueden ejercer sobre el ser humano. Ello permitirá que el hombre pueda buscar el sentido trascendente de su existencia.
Palabras clave: verdad y método, hermenéutica, Gadamer, digitalidad, sentido de la vida.
Digital is an aspect of technology that has been transforming man's relationship with the world and new technologies. In this perspective, a problem arises inasmuch as man alienates himself and loses the meaning of his existence. For this reason, the text presents a reflection on the search for the meaning of the digital, as a tool that serves the human being. This is proposed from the development of the superior breadth raised in the hermeneutics developed by Gadamer. The text is proposed as an advance in the search for meaning in the digital age, which allows man to assume its qualities, from the methodology of interpretation proposed by hermeneutics, and discover the purpose of life with the intervention of digital media. When the sense of digital is identified, the ways of relating between man and digital systems and the possible influences that different conceptions can exert on the human being are recognized. This will allow man to seek the transcendent meaning of his existence.
Keywords: Truth and method, hermeneutics, Gadamer, digitality, meaning of life.
La necesidad de conocer ha llevado al hombre, en su devenir, a descubrir diferentes maneras de conocer y comprender el mundo; curiosamente, en esa búsqueda de conocimiento ha hallado varios caminos; ha evolucionado, no solo en su forma de civilización, sino también en sus diferentes modos de pensar, entendiendo la transformación social que se da con el devenir histórico del hombre.
Pensar, que según
Las diferentes ideologías y formas de pensar han surgido de diferentes cuestionamientos de diverso alcance que se generan alrededor del hombre y su relación con el mundo. Existen así preguntas por el origen de la vida y por la importancia del hombre en el planeta, cuestionamientos filosóficos y científicos, evidencias de la naturaleza humana. Estos interrogantes permiten dilucidar dos perspectivas para ver el mundo humano. Por un lado, está la perspectiva científica, enmarcada en las ciencias exactas y naturales; y por el otro, entran en juego las ciencias sociales y humanas, que interpelan al hombre por su sentido.
Las perspectivas humanista y científica hacen parte de dos cosmovisiones disímiles en cuanto a la concepción del conocimiento. Desde la Edad Media surge una ruptura entre las cosmovisiones teocéntrica y antropocéntrica; sin embargo, solo hasta el siglo xviii se establece la separación entre la filosofía y las ciencias de la física y la matemática. Un proceso que tardó siglos y que dejó como resultado dos posturas opuestas sobre la forma de ver el hombre en relación con el saber matemático y físico y la manera de entender los fenómenos subjetivos, sociales, y culturales con el mundo (
En la actualidad es posible hablar de una tercera perspectiva, gracias a que desde el campo científico se han desarrollado dispositivos y programas que responden a preguntas, necesidades y tensiones de las relaciones sociales humanas. La cuestión se enfoca en cómo según el pensamiento complejo (
Pareciera ser que el hombre no cuenta con un dominio de sus acciones frente a las nuevas tecnologías digitales. Es como si existiera un descontrol total en el que el sujeto es dominado por sistemas de información, por datos y tecnologías y que, de alguna manera, el privilegio de la tecnología por encima de sus capacidades, ha llevado a una deshumanización. En síntesis, se ha desplazado la conciencia y la comprensión que acerca al hombre a su naturaleza.
Tal panorama ha abierto espacio a otras formas de relación que bien podrían considerarse como una nueva cosmovisión, en la que se requiere una nueva comprensión de acción «individual y colectiva en este nuevo contexto cuando se construyen otras maneras de crear, producir y ante todo de relacionarse con los otros» (
En este sentido, se requiere de una nueva visión que ayude a encauzar el problema que la digitalidad presenta en las nuevas generaciones, porque esta no es una cuestión que deba pasar de largo.
Estamos, más allá de un salto cuántico o epistémico, en la vivencia de una nueva dimensión de la realidad que transforma valores, rangos y medidas que la articulan, e instauran un nuevo entorno de consciencias, perspectivas, entendimientos y alcances de nuestra condición humana (p. 4).
Para el logro del objetivo se plantea un análisis desde el concepto de generalidad superior, un proceso hermenéutico ideado por
En este sentido se propone una metodología cualitativa de revisión documental, en la cual la búsqueda de referentes teóricos se centre en la forma en la que la digitalidad cambia la estructura de pensamiento racional del ser humano, es decir, en cómo las relaciones individuales y colectivas cambian en función de un comportamiento pasivo que pone al hombre al servicio de las nuevas tecnologías.
La reflexión podría llevar a la sociedad a preguntarse si la tecnología ha llegado a dominar al ser humano y, si fuera así, si habría un posible camino de libertad de la relación con la digitalidad. Cabe preguntarse por la transformación que opera cuando el hombre se relaciona con la tecnología y cómo la hermenéutica filosófica podría coadyuvar a la búsqueda de autonomía.
La generalidad superior de Gadamer
El pensamiento
complejo que plantea
Pues lo que incita a la comprensión tiene que haberse hecho valer ya de algún modo en su propia alteridad. Ya hemos visto que la comprensión comienza allí donde algo nos interpela. Esta es la condición hermenéutica suprema. Ahora sabemos cuál es su exigencia: poner en suspenso por completo los propios prejuicios. Sin embargo, la suspensión de todo juicio, y, a fortiori, la de todo prejuicio, tiene la estructura lógica de la pregunta (p. 186).
Así,
las circunstancias que atraviesan la vida humana demandan del sujeto una
comprensión del mundo que habita, y de todo aquello que le rodea y en esta
medida, la tarea del hombre se centra en entender cada elemento, para poder
relacionarse con él. Por eso es necesaria la pregunta por la alteridad, de tal
forma que exista una búsqueda por la comprensión que aparece porque es un
elemento importante para lograr la relación hombre-mundo, la relación del
sujeto con el objeto, desde lo que
Un horizonte no es una frontera rígida sino algo que se desplaza con uno y que invita a seguir entrando en él. De este modo a la intencionalidad «horizóntica» que constituye la unidad de la corriente vivencial le corresponde una intencionalidad horizóntica igualmente abarcante por el lado de los objetos (p. 156).
Como lo presenta Gadamer, cada individuo y objeto poseen un horizonte, un propósito, una intencionalidad. Lo que permite la comprensión (es decir, la hermenéutica) es tender un puente histórico en el que ambos horizontes se relacionen y se dé la comprensión. Cuando el hombre, por medio de la hermenéutica, es capaz de comprender esa relación llega a esa fusión de horizontes que consiste en la realización de la unidad de sentido del objeto que «no permite al intérprete hablar de un sentido original de una obra sin que en la comprensión de la misma no se haya introducido ya siempre el sentido propio del intérprete» (
Esta forma de interpretación desde la fusión de horizontes lleva a una comprensión objetiva. Para llegar a este punto, quien se encuentra en la situación hermenéutica está en capacidad de desarrollar tres categorías: a) el horizonte, que evidencia la historicidad del objeto y del sujeto, y la comprensión de que existe una alteridad, es decir, otro horizonte; b) el sentido, desde el cual se muestra cuál es la verdad del origen del objeto que se intenta comprender, su propósito y a dónde quiere llegar, es decir cuál es su aplicación; y c) la libertad, que le permite al sujeto apropiarse del desarrollo de la comprensión y asumirse en dicho proceso.
Estos elementos que permiten la situación hermenéutica le dan al ser humano la posibilidad de trasladarse a la situación histórica del objeto para comprender para qué fue creado y, en esa medida, se puede entender su propósito; esto, a su vez, posibilita la conciencia de la existencia de una alteridad, que de una u otra forma lo lleva a reconocerse a sí mismo. La consecuencia es una fusión de horizontes en la cual no hay una superposición de un horizonte sobre otro; de allí que la tarea de la hermenéutica sea desarrollar la tensión que existe entre ambos, pero de una manera consciente. Esto es lo que
Esta generalidad superior puede ser entendida como la facilidad que tiene el sujeto para trasladarse a una situación histórica para poder comprender que, según
Este desplazarse no es ni empatía de una individualidad en la otra, ni sumisión del otro bajo los propios patrones; por el contrario, significa siempre un ascenso hacia una Generalidad superior, que rebasa tanto la particularidad propia como la del otro (p. 190).
Se despende de ahí
que la generalidad superior es una conciencia del otro y de su realidad, por
encima de cualquier horizonte, es aquella que se encuentra cuando hay una
conciencia de la alteridad y de la individualidad cuando hay, en sí mismo, un desplazamiento hacia la situación del otro o de lo
otro a través del horizonte histórico. Esto último es de vital importancia para
Generalidad superior y tecnología digital
En la actualidad, la brecha entre conciencia y ciencia es aún más extensa que en el pasado, por la forma en la que el hombre interactúa y convive con el desarrollo tecnológico. Desde esta perspectiva, cabe preguntarse de qué modo se pueden relacionar la generalidad superior y la tecnología digital para que el hombre le dé un sentido en la perspectiva de sus relaciones humanas y en el marco del sentido de su existencia. ¿En qué forma mundo digital y ser humano pueden coexistir sin que haya una relación de esclavitud? Esta pregunta conduce a una reflexión sobre las relaciones que el ser humano establece consigo y con el mundo; en cierta medida, es pensar en una comprensión superior de reconocerse y reconocer conscientemente el sentido de relación consigo, con el otro o con lo otro.
Así, asumir la comprensión desde la generalidad superior es reconocer dicho concepto como el dios de la comprensión, que está por encima de los horizontes implicados en dicho proceso. Cuando
Un acercamiento que nos podría llevar a una comprensión de esta generalidad superior puede ser considerar el caso de un espectador que, en medio de una película de cine, es capaz de abstraerse y comprender conscientemente las emociones que le está ocasionando el filme y las que podría perseguir este. En este escenario, la persona puede sentir abiertamente las emociones y los propósitos allí presentes. Otra situación que puede llevar a una comprensión desde esta perspectiva es suponer un diálogo entre dos personas. Cuando el diálogo se vuelve hostil, por las diferencias y rivalidades conceptuales, uno de ellos no se impone ni trata de convencer al otro, sino que asume una posición asertiva abstrayéndose de los dos horizontes, el propio y el ajeno. Es aquí donde se evidencia lo que puede denominarse el dios de la comprensión.
La digitalidad en la vida del hombre
Como se sabe, la tecnología digital es un sistema binario que representa números y letras, que permite guardar cantidades enormes de información: voces, imágenes, resultados, cuadros, etc. y que, asimismo, ha permitido nuevas formas de comunicación y de relación social que han servido al ser humano en su necesidad de mejorar su calidad de vida.
La tecnología aparece, entonces, como un proceso social que parte de unas necesidades: primero opera como teoría para mejorar una técnica, pues «la idea de técnica está asociada habitualmente al hacer, al conjunto de procedimientos operativos útiles desde el punto de vista práctico para determinados fines» (
Así, la tecnología aparece como la lógica del pensamiento humano en función de una tarea que debe ser facilitada. Ejemplo de ello puede ser una cuchara: un instrumento que sirve al ser humano para hacer más fácil la ingesta de los alimentos. Lo anterior supone que la tecnología desarrolla la técnica, con un rasgo aún más interesante: la lectura de un contexto que exige la introducción de la ciencia como premisa obligatoria en el desarrollo del ser humano y en su manera de lograr el conocimiento del mundo. La tecnología aparece como una ayuda al ser humano, desde diferentes perspectivas, como prácticas técnicas y cognoscitivas; no obstante, se plantea una pretensión según la cual, el hombre mediante la tecnología puede llegar al alcance de un progreso en favor de su beneficio.
Social y psicológicamente, la digitalidad es tan posibilitadora de libertad como de alienación: así como sirve y construye posibilidades, también puede enajenar y alejar al individuo de las relaciones sociales. Su misma capacidad de ordenamiento del trabajo, de brindar información, entretenimiento, cultura, comunicación, su capacidad de acelerar el proceso civilizatorio, también podría ser un obstáculo en la búsqueda de crear una aparente crisis sentido de la vida humana. Todo esto implica, como dice
Es preciso aclarar que no se trata de calificar negativamente la digitalidad, sino de señalar el uso desconsiderado que se le ha hecho de las redes sociales y a la manera en la que se accede a la información. Pero antes de puntualizar sobre este tema es necesario demostrar la importancia del sentido de la digitalidad como herramienta en la búsqueda de conocimiento, pues la tecnología busca mejorar la vida reduciendo la cantidad de esfuerzo que requieren ciertas tareas.
En esta medida, no se puede negar, por ejemplo, el beneficio que ha traído el internet al desarrollo científico del mundo; son innumerables los avances en este ámbito. Es innegable, también, que las nuevas tecnologías han posibilitado la globalización de la información, lo que ha permitido que los individuos accedan a diferentes fuentes de consulta para la realización de investigaciones. Sin contar con la facilitación del acercamiento entre personas que se encuentran en diferentes partes del mundo. Hay, pues, una conexión inmediata que, relativamente, permite una comunicación audiovisual en tiempo real mediante aparatos de fácil acceso para la mayoría de los individuos.
Sin embargo, en el aspecto social se evidencia un retroceso notable: la realidad ha cambiado para darle lugar en un espacio que no existe, el virtual. Curiosamente, un lugar en el que las mentes se encuentran y establecen nuevas formas de realidad, como afirma
Lo dicho muestra cómo las redes sociales propician estados que se centran no solo en la vida ficticia de algunas personas, sino también en noticias cuestionables, malintencionadas y viciadas que a partir de la especulación pueden estimular el caos social. Este escenario muestra un ser que no reflexiona sobre lo que ve y que, incluso, puede llegar a idolatrar estas tecnologías y considerar que lo que proporcionan son verdades absolutas.
La problemática planteada con estos medios digitales crece en la misma medida en la que se vuelven más posibles los mundos evanescentes, planteados por
Ambos elementos inciden directamente sobre el aspecto físico y corporal humano, los dos instrumentos pretenden satisfacer una necesidad que antes se esperaba fuera atendida por el deporte o la actividad física, en espacio abierto y en relación con otros; se atiende así, en cambio, el facilismo del ser humano que lo conduce al esfuerzo cero.
Por otro lado, el mundo digital sumerge al individuo en la inmediatez de la internet para atender las obligaciones académicas. La dependencia de Google ha fomentado un trabajo intelectual aislado, en ocasiones, en desmedro de la interacción directa con pares académicos. Miles de libros en las bibliotecas dejan de ser consultados precisamente por la agilidad que ofrece el medio digital en el que es difícil diferenciar las opiniones de las teorías.
Sobre este aspecto del ahí adentro y el aquí afuera que menciona
La digitalidad, como cualidad de estas herramientas, está presente en la vida del ser humano: datáfonos, cajeros automáticos, pagos y transacciones, tiendas virtuales, bitcoines, lectores de libros, bibliotecas… todas son formas digitales con incidencia en la esfera de lo natural y lo ecológico del hombre; todas ellas influyen en un cambio de perspectiva comercial y laboral, pues reducen el personal de las empresas. Una máquina puede hacer el trabajo de 20 personas, y existen personas que velan por el bienestar de las máquinas; es decir, el ser humano garantiza que los instrumentos digitales funcionen a la perfección. Aquí cabe la reflexión en relación con la forma en la que la digitalidad está o debe estar al servicio del hombre, o si es el hombre quien está al servicio de la tecnología.
La relación con la tecnología evidencia una relación en la cual el hombre responde a unos estímulos que le proporcionan los medios digitales. Este hecho exige que el individuo se piense de tal manera que recupere su sentido de lo humano, porque la tecnología también puede ayudar a que los individuos den sentido a sus vidas. Llegar a este punto implica que los medios de comunicación apoyen la búsqueda del sentido de relación con una comprensión que trascienda hacia la generalidad superior, pero para ello es necesario partir del reconocimiento de ambos horizontes, aspecto que
Hacia la construcción del sentido de la digitalidad
Para que el hombre tenga una conciencia del mundo y de sí, de tal manera que pueda encontrar su sentido en el mundo, debe encontrar también el verdadero sentido de la digitalidad. Para ello, se propone la hermenéutica de
Cuando se habla de horizonte, se hace referencia a todo aquello que «abarca y encierra todo lo que es visible desde un determinado punto» (
En esta medida, el sentido de la digitalidad en la vida del hombre se instaura a partir de una hermenéutica puramente dialógica. En este punto la conciencia histórica es muy importante, pues sin ella es imposible la fusión de horizontes porque ella permite, como afirma
Lo dicho invita a pensar en la posibilidad de un sentido de la digitalidad que esté al servicio de la relación hombre-mundo, como elemento que propicie el desarrollo de las cualidades del ser y de su naturaleza y del reconocimiento de la cultura, la historia y los horizontes para una comprensión del mensaje y del propósito de la digitalidad en la vida del hombre. Todo esto desde la fusión de horizontes, pero teniendo como medio los diversos modos de relación que ofrece el mundo digital. Aquí, se hace necesario plantear la importancia de una filosofía que se permita reflexionar por la humanidad del hombre y en este sentido, la teología, desde su planteamiento humanístico, puede contribuir a ello y entender que:
Un compromiso decidido de practicar la solidaridad al servicio del bien común, dentro de las naciones y entre ellas, debería informar y guiar nuestro uso de la tecnología de la información y de internet. Esta tecnología puede ser un medio para resolver problemas humanos, promover el desarrollo integral de las personas y crear un mundo regido por la paz y el amor (Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, 2002 ).
Esta perspectiva plantea un compromiso del hombre con la cultura desde la conciencia histórica. Decir que el hombre tiene conciencia significa que comprende, que puede interpretar dentro de los límites de su finitud que debe entender que no es dueño del tiempo ni del futuro, que debe vivir su presente, vivir su historia y comprender los horizontes «la verdadera experiencia es así experiencia de la propia historicidad» (
Es improcedente pensar que la experiencia digital es inconveniente, pues a partir de ella también se crea historia: sin experiencia no hay historia, no hay tradición y, por ende, no puede haber cultura. Esto quiere decir que el hombre debe ser consciente de la digitalidad, de lo que vive, pues, según
La búsqueda del sentido de la vida siempre ha sido una constante en el hombre. Es claro que las cosmovisiones, teocéntrica o antropocéntrica, no han opacado la necesidad de conocer, sino que han encontrado continuación mediante la digitalidad, la comprensión del bien de la humanidad. Debido a esto, la vivencia de la digitalidad debe asumirse desde la conciencia de cada individuo.
El sentido de la existencia del hombre surge por una duda existencial y un deseo de saber. Estas preguntas hacen del hombre un ser racional y humano. Ello fundamenta una cuestión filosófica que implica encontrar el sentido de las prácticas de digitalidad del hombre. El ejercicio de la digitalidad nace como la posibilidad del hombre de acceder al uso de una herramienta y llegar a la generalidad superior le permite ver y relacionarse desde y con todo aquello que lo rodea. Así mismo, este ejercicio de comprensión en función del desarrollo de sus cualidades permite establecer cuál es el propósito del hombre.
En consecuencia, la digitalidad puede ayudar al hombre a asumir el control de su vida y de sus cualidades, pues lo vuelve independiente y, a la vez, interdependiente y lo obliga a tomar decisiones. Mirarse en retrospectiva para poder encontrarse a sí mismo y, de esta manera, acercarse a la trascendencia. Pero, al tiempo, esto implica darle un lugar a la teología, como lo dice
Lo anterior, lleva a la pregunta por cómo se construye ese mundo de ficción y cómo sirve a la configuración del sentido de la vida del hombre a través de las herramientas que los medios digitales ofrecen. El problema se centra en lo que se ofrece por medio de la ficción, pues esta aparece como una idea no anclada en una tradición ni a una cultura, es decir, cada sujeto la construye, porque como interpretante de un objeto digital toma el objeto y va más allá, proyectándolo hacia el futuro. En esta medida, el trasladarse a la situación hermenéutica media entre el sujeto y la tradición. En términos de
El que omita este desplazarse al horizonte histórico desde el que habla la tradición estará abocado a malentendidos respecto al significado de los contenidos de aquélla. En este sentido parece una exigencia hermenéutica justificada el que uno se ponga en el lugar del otro para poder entenderle (p. 188).
Así, la ficción es una idea, una especulación que necesita volverse a ese círculo hermenéutico y desde esta perspectiva, es misión del sujeto buscar la pertinencia de la interpretación a partir de los medios digitales, en relación con el sentido de los mismos. En teoría, lo que se pretende es que, desde la conciencia de la historia efectual de
Desde el punto de vista de
Esta situación hermenéutica llama a que, en un primer momento, haya un ejercicio de la libertad para comprender, lo cual significa que es el individuo quien se toma la tarea de querer desentrañar el sentido. El ejercicio de la libertad da cuenta de una convicción propia del ser. En segundo lugar, debe existir un reconocimiento del sentido, el propósito de aquello que se desea comprender, en el que se evidencia una conciencia de los horizontes, sin tratar de fusionarlos, sino en relación con la comprensión del momento histórico en el que fue concebida la herramienta digital. Por último, es necesaria la comprensión del horizonte, de qué es lo que se quiere comprender, dónde se halla la mirada.
Lo anterior permite afirmar que la forma en la cual una parte de la humanidad procede en cuanto a esta herramienta informática es peligrosamente irreflexiva. Este hecho hace que la Red pareciera decidir, aun por encima de la voluntad del hombre. Esta tendencia cuestiona el uso que se le da a los medios digitales. Hay, entonces, una ausencia de conciencia racional en relación con la digitalidad.
Desde esta perspectiva, las sociedades posmodernas deben ser vistas con una mirada crítica, pues en su configuración, se evidencian diferentes confusiones entre el signo y el sentido; es decir, el signo, que es lo digital, está apareciendo como ese elemento que le ofrece significado a la existencia humana. Existe en la actualidad lo que llama
La tecnología ha alcanzado importancia como herramienta al servicio del hombre. En sí misma, ofrece posibilidades de crecimiento para el ser humano y, paradójicamente, tiene iguales o mayores posibilidades para enajenarlo, alienarlo. El acercamiento a este objeto debe conducirlo a la individualidad, un aspecto que lo lleva a adherirse a una ideología o a buscar la propia. Es decir, a asumirse a través de sus cualidades para hallar su esencia. Ese debe ser el propósito de la tecnología: facilitar la vida material del hombre, de tal manera que pueda encontrar el sentido trascendente de su existencia.
El sentido trascendente es aún incomprendido por el ser humano. Esto implica que empiece a buscar el sentido de su propia existencia, más allá de aceptar la tradición de una experiencia vivida por la cultura en su contexto particular. La crisis de la actualidad se evidencia, precisamente, en el desconocimiento de ese sentido, y esto obliga al sujeto a su búsqueda para que pueda ver lo material (la digitalidad) como un instrumento para llegar a la comprensión más allá de la interpretación (generalidad superior).
La digitalidad presentada como una herramienta, según el uso que el hombre haga, le permite acceder a diferentes contextos, a tradiciones e, incluso, a los propósitos y experiencias de las distintas culturas, pero puede desvirtuar este logro cuando se trata del ejercicio de la libertad planteada por Gadamer. Debido al riesgo latente de que el ser humano, desilusionado, desesperanzado desista de pensar por sí mismo y tampoco desee analizar críticamente los diferentes horizontes. El panorama presentado puede convertir al individuo en una víctima de su invento, en cualquier caso, este puede decidir abstraerse del ámbito social real, y vivir en una especie de mundo irreal, virtual o de ficción, para evitar el compromiso y la responsabilidad.
Es posible afirmar que la fusión creciente entre el mundo digital y el mundo real plantea una crisis en relación con el pensamiento crítico del ser humano frente a las nuevas técnicas que surgen para ayudar en sus tareas y en el diario vivir. Sin embargo, esta situación no es nueva en tanto se reconoce que, antes de la era digital, hubo cambios ideológicos y una revolución industrial, eventos que cambiaron el rumbo de la civilización humana. La digitalidad es solo una muestra de un proceso cíclico: el hombre siempre se abstrae, huye de su realidad, es decir, esta es una circunstancia en la cual solo cambian las formas de abstracción. De esta manera se retorna a la pregunta por el ser humano, y cómo este usa y carga de sentido ese elemento que le sirve, cómo usa su racionalidad para hacer de dicho instrumento una ayuda, cómo el hombre adquiere suficiente criterio para comprender que no será subordinado de ninguna tecnología.
El sentido de la digitalidad está en volver la vida del hombre más efectiva, mejorar procesos y, por qué no, ayudar en sus momentos de diversión. Lo que no puede suceder es pretender que la digitalidad viva la vida humana. La simulación de la realidad crea virtualidades en las mentes de los sujetos que, cuando no tienen clara la forma apropiada de la comprensión que es pertinente hacer desde cada horizonte (el propio y el de la herramienta digital) los lleva a la configuración de una ficción que se apodera de sus mentes y de sus cuerpos, moldea sus vidas y les dice cómo vivir. Por ello, es válido decir que debe tomarse en cuenta la necesidad de la reflexión sobre una apropiación consciente de la digitalidad, para volver a cuidar el cuerpo, volver al esfuerzo y a ese orden natural en el que con el cuerpo se habita el mundo.