Recibido: 5 de abril de 2016
Aceptado: 21 de abril de 2017
La Teoría del Actor-Red (ANT) se ha presentado como un enfoque alternativo y novedoso en los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, pues hace una inversión de la visión constructivista predominante. Afirma que las redes de artefactos no serían un producto o recipiente del contenido social, sino que son estos elementos los posibilitadores de las asociaciones y la vida social, esto es, una especie de «giro copernicano» en los estudios sociales. Por ello, propone un principio de simetría generalizado en que los actantes no-humanos (artefactos, guiones, textos, etc.) poseen la misma capacidad agente que los actores humanos. Esto le ha costado una serie de críticas que ponen en duda la conveniencia y capacidad explicativa de esta teoría. En este artículo se revisan y comparten algunos aspectos de estas críticas, y pretende resaltar los aspectos propositivos de la ANT para los estudios de cultura material y filosofía de la técnica.
Palabras clave: teoría del Actor-Red, ANT, estudios de ciencia y tecnología, constructivismo social de la tecnología, filosofía de la técnica.
The Actor-Network Theory (ANT) is an alternative and novel approach in social studies of science and technology because it represents an inversion of the dominant constructivist vision. Such theory states that artifact networks are not products or repositories of social content but elements that enable social life and associations; in other words, a sort of “Copernican revolution” in social studies. Therefore, it proposes a generalized principle of symmetry in which nonhuman actants (e.g., artifacts, scripts, and texts) have the same agency as human actors. This fact has raised criticism that calls into question the convenience and explanatory power of this theory. In this paper I review and share some aspects of these criticisms. However, it is intended to stress the proactive aspects of ANT for material culture studies and the philosophy of technology.
Keywords: Actor-Network Theory, ANT, science & technology studies, social construction of technology, philosophy of technology.
El constructivismo social de la tecnología
La teoría del Actor-Red (Actor-Network Theory, ANT; como se le conoce internacionalmente) es una etiqueta que designa un conjunto de principios metodológicos, epistémicos y trabajos de campo, que partieron de una reflexión sobre la ciencia y la tecnología hasta abordar el problema de explicar la producción y estabilización del orden social
Por ello, algunos intérpretes han querido mencionar algunas características con las que, en principio, se fundó este enfoque: (1) la ANT no se trata de una teoría explicativa, sino descriptiva; (2) el mundo natural y social son el producto de redes de relaciones entre actores (o actantes); y (3) estos actores son tanto humanos como nohumanos
Michel
Existen múltiples consecuencias conceptuales y empíricas que resultan de esta teoría a nivel sociológico, pero en especial, queremos resaltar los aspectos que tienen que ver con la ontología de relaciones aplicadas a las redes de artefactos por ser este el objeto de interés para la filosofía de la técnica. Para los teóricos de la ANT, los objetos (naturales o artificiales, que son tratados simétricamente) tienen capacidad agente al mismo nivel que los actores humanos o los textos, que serían finalmente guiones. Veamos estos aspectos de esta teoría qué podríamos tomar para la noción de cultura material y cuáles serían también las críticas que presenta este particular enfoque.
Si se es coherente con los principios metodológicos de la teoría del Actor-Red descritos por Callon, párrafos arriba, se llega a una afirmación que en principio parece contraintuitiva a las corrientes dominantes en sociología: no es «lo social» lo que nos mantiene unidos. Una cita de Bruno Latour nos describe el problema:
Cuando los científicos sociales agregan el adjetivo «social» a algún fenómeno… no tiene nada de malo mientras se designe lo ya ensamblado. Pero surgen problemas cuando lo «social» comienza a significar un tipo de material, como si el adjetivo fuera comparable en términos generales a otros calificativos como «de madera», «de acero», «biológico», «económico», «mental», «organizativo» o «lingüístico»(Latour, 2008, p. 13) .
Uno de los pilares conceptuales de la ANT es mostrar por qué lo social no puede ser considerado como un tipo de dominio o material en que las «explicaciones sociales» den justificación a un estado de cosas. La ANT intenta mostrar que «lo social» no es lo que explica una asociación, sino que dicha asociación debe ser explicada. «Lo social» indica el ensamblaje ya configurado más no es lo que mantiene dicha asociación.
Para sustentar esta fuerte afirmación, los teóricos de la ANT han recurrido a las sociedades animales que en principio parecen más simples que las humanas, pero, de manera provocativa y contraintuitiva, insisten en que las comunidades de animales detentan una socialidad terriblemente compleja. Son complejas porque las comunidades de gorilas, chimpancés, lobos o ballenas dependen enteramente de su presencia corporal para mantener el orden social que establecieron.
La realidad social se desvanece cada vez que el macho más fuerte se gira y da la espalda al grupo, se torna a constituir cuando lo vuelve a mirar. Las comunidades de primates sólo cuentan con su cuerpo desnudo para construir estabilidad y orden social. En ese tipo de socialidad, cada nuevo acontecimiento es una prueba para todo el conjunto del colectivo y obliga a reconsiderar desde el principio toda la ordenación jerárquica. La muerte del macho alfa, la de la hembra más vieja, el no nacimiento de nuevos miembros, etc., constituyen verdaderas conmociones para el clan que exigen la reorganización estructural de este. Por tanto, la extrema complejidad que muestran estas comunidades en su interacción social viene acompañada de la imposibilidad permanente de transformar esa riqueza en lazos sociales estables, que perduren en el tiempo y en el espacio(Tirado & Domenech, 2005, pp. 51-52) .
En esa medida, lo que permite que las sociedades humanas mantengan su durabilidad en el tiempo y el espacio es la materialidad; materialidad presente en el conjunto de objetos que conforman una cultura material (edificaciones, herramientas, armas, textos escritos, vestidos, etc.). Así, nuestras interacciones están mediadas por componentes extrasomáticos, que permiten repetir las prácticas para ritualizarlas y así mantener un orden social en el tiempo. Por ejemplo, las señales de tránsito nos indican las normas de cómo movilizarnos en una ciudad sin la necesidad de que un ser humano se dedique a aplicarlas y recordarlas; solo una persona con un uniforme policial nos inclina a sentir más respeto hacia quién nos dirigimos y a disminuir nuestra actitud crítica frente a sus sugerencias.
Nuestras comunidades no son exactamente colectivos de seres humanos cuya acción asegura la pervivencia de esta. Todo lo contrario, junto a ellos encontramos ordenadores, móviles, automóviles, códigos, signos, normas, rituales… que, precisamente, intervienen directamente en esa acción y al facilitar la repetición de la relación social permiten su pervivencia(Tirado & Domenech, 2005, pp. 52) .
Es decir, lo social es un producto de las asociaciones mantenidas por los actantes (humanos y nohumanos) y no lo que «causa» dichas asociaciones. Dicho de otra manera, lo social no es lo que nos mantiene juntos, sino por el contrario, es lo que resulta cuando los ensambles son estabilizados.
Una consecuencia de esta postura es que la ANT se distancia enormemente de los supuestos del constructivismo social. No obstante, se denominan así mismos «constructivistas», a secas, sin agregar el adjetivo social. Esto deja una pregunta abierta: ¿en qué sentido entonces la ANT es constructivista? Bruno Latour explica que es importante mantener el concepto constructivismo por el hecho de que «resultaba especialmente útil la manera clara en la que ‘construcción’ se centraba en la escena en la que los humanos y los no-humanos se fusionan». (2008, p. 134). Principalmente porque «la idea de la nueva teoría social que estábamos inventando era renovar en ambas direcciones lo que es un actor social y lo que es un hecho, seguía siendo crucial no perder de vista esas obras en construcción tan extraordinarias donde ocurría esta doble metamorfosis» (ibíd.). No obstante, Latour es persistente en distinguirse del constructivismo social ya que, si hacemos caso a la explicación de que lo social no explica nada, sería una contradicción de términos.
Del mismo modo que una República Socialista o Islámica es lo opuesto de una República, agregar el adjetivo «social» a «constructivismo» distorsiona por completo su significado. Dicho de otro modo, el «constructivismo» no debe confundirse con el «constructivismo social». Cuando decimos que un hecho es construido, queremos decir simplemente que damos cuenta de la realidad objetiva sólida poniendo en juegos varias entidades cuyo ensamblado podría fracasar; «constructivismo social» significa, por el otro lado, que reemplazamos aquello de lo que está hecha esta realidad con alguna otra sustancia, lo social, de lo que «realmente» está hecho(Latour, 2008, p. 135) .
La lectura de constructivismo que da Latour es más realista que el realismo (ibíd.) pues da cuenta de una realidad sólida repartida y sustentada por agentes no-humanos que es algo que el realismo clásico olvida. Un ejemplo que muestra que la Teoría del Actor-Red mantiene su corte constructivista, se muestra en la obra de artículos compilados de Bruno Latour, La Esperanza de Pandora (2001). Uno de los puntos de discusión que abarca es de cómo el estudio de las prácticas permite explicar el papel de los no-humanos, en la separación tradicional entre sujetos y objetos. Latour no busca superar dicha dicotomía sino eludirla por completo, ya que, como señala el autor, todos los intentos para reutilizarla de manera positiva, negativa o dialéctica, han fracasado debido a que no está hecha para ser superada. Por ello toma una dirección distinta, que consiste en seguir a los nohumanos en los laboratorios, en los experimentos, en las actuaciones, para poder restituir el conjunto de transformaciones que desarrollan en su relación con los humanos y las transformaciones que también producen en ellos; o como dice Latour, la forma «como Pasteur hace sus microbios y como los microbios ‘hacen su Pasteur’».
En el caso de los estudios de Pasteur que examina
Cuanto más trabajo realiza Pasteur, tanto más independiente se vuelve el fermento del ácido láctico, puesto que ahora está mucho más articulado gracias a las artificiales instalaciones del laboratorio, instalaciones que constituyen una proposición que no se parece en nada al fermento. El fermento del ácido láctico existe ahora como entidad discreta, debido a que se articula con otras muchas entidades discretas en una multitud de instalaciones artificiales y activas.(Latour, 2001, p. 173) .
Por lo tanto, la respuesta a la pregunta si el fermento láctico (microbios) existía antes de que Pasteur los definiera y se establecieran como objetos de investigación, la respuesta sería: sí y no. «Sí» existían, porque existían las enfermedades con sus consecuencias causales, pero que eran asociadas a otra red de actantes tales como castigos divinos, hechicerías o acción del mal; y «No» existían, porque los microbios modernos dependen de nuevas relaciones estabilizadas después de Pasteur que requieren un conjunto de teorías, instrumentos, otros investigadores para que existan como tales.
Esto nos muestra que la Teoría del Actor-Red es constructivista en este sentido, en que las ontologías de entidades son enteramente relacionales dependiendo del rol dentro de una red heterogénea de actantes. El constructivismo de la teoría de los actantes se muestra porque no recurre al concepto etéreo de «lo social» para explicar las asociaciones, sino que intenta explicar cómo son posibles dichas asociaciones recurriendo a la noción de redes de relaciones en la que participan activamente actantes humanos y no-humanos.
Una de las características más significativas de la Teoría del Actor-Red es haber retomado uno de los principios del Programa Fuerte de la sociología del conocimiento y haber ampliado su rango de acción. David Bloor formuló en su Knowledge and Social Imaginary (1976), que el Programa Fuerte tiene cuatro componentes o principios indispensables: el primero se denominó principio de causalidad. Según este principio las ciencias sociales pueden explicar el conocimiento científico del mismo modo que las naturales explican sus fenómenos, a través de causas y de un método científico. El segundo es el principio de imparcialidad, que dice que el analista social puede explicar tanto la «mala» ciencia (las creencias), como la «verdad», esto es, la ciencia exitosa. El tercero es el principio de simetría, es decir, que se utiliza el mismo tipo de causas para explicar tanto el conocimiento falso como el verdadero. Y, por último, se formula el principio de reflexividad, en el que los patrones de explicación de la sociología que analiza el conocimiento científico se puede aplicar a su propio análisis
Como se explicó líneas arriba, uno de los principios metodológicos de la Teoría del Actor-Red es extender el principio de simetría y ampliarlo a los demás elementos de una red heterogénea de prácticas en que los agentes no-humanos participan de la acción.
The second principle is one of generalized symmetry. It is similar to D. Bloor’s principle of symmetry but is considerably extended. The goal is not only to explain conflicting viewpoints and arguments in a scientific or technological controversy in the same terms. We know that the ingredients of controversies are a mixture of considerations concerning both Society and Nature. For this reason, we require the observer to use a single repertoire when they are described. The vocabulary chosen for these descriptions and explanations can be left to the discretion of the observer. He cannot simply repeat the analysis suggested by the actors he is studying. However, an infinite number of repertoires is possible…3 (Callon, 1986, p. 199).
Esto es, este principio es una recomendación para que el investigador de la ciencia o la técnica trate la agencia sin reparar si procede de los humanos o los no-humanos (tales como artefactos o textos). Por ello, para la ANT se debe hablar de actantes que componen las redes de prácticas. Refiere entidades que en su forma, significado y atributos son resultado de sus relaciones con otras entidades. De esta manera, ningún material detenta cualidades inherentes o posee esencia, ya hablemos de seres humanos o agentes no-humanos
Al fin de cuentas, no hay dudas de que las pavas «hierven» el agua, los cuchillos «cortan» la carne, los canastos «cargan» provisiones, los martillos «dan» en el clavo, las barandas «evitan» que los chicos caigan, los cerrojos «cierran» los cuartos para impedir que ingresen visitantes indeseados, el jabón «quita» la suciedad, los cronogramas ordenan las actividades curriculares, las etiquetas con los precios «ayudan» a la gente a calcular, etc. ¿Acaso esos verbos no designan acciones?...(Latour, 2008, p. 106) .
Para Latour, los objetos no solo sirven de telón de fondo para la acción humana, como se cree en las corrientes predominantes de la ciencia social (ver Durkheim), ni tampoco son los «determinantes» de la acción, como podría sugerir un materialismo determinista en las que las voluntades desaparecen al dominio de los objetos (ver determinismo tecnológico). Pero sí es cierto, de acuerdo con Latour, que «las cosas podrían autorizar, permitir, dar los recursos, alentar, sugerir, influir, bloquear, hacer posible, prohibir, etc.»
La ANT no afirma que los objetos son los que determinan las acciones en lugar de los actores humanos, sino que ninguna ciencia de lo social puede iniciarse si no se explora primero la cuestión de qué o quiénes participan en la acción, aunque signifique permitir la incorporación de elementos, que Latour llama, «no-humanos» ya que el analista debería estar preparado para mirar y explicar la durabilidad y la extensión de cualquier interacción
Afirmar que los no-humanos tienen agencia ha despertado mordaces y ácidas críticas desde múltiples tradiciones de la sociología y la filosofía, ya que la capacidad de actuar en el mundo, que llamamos agencia, está asociada exclusivamente a los humanos. Además, por su carácter transgresor en la investigación social y en los estudios de ciencia y tecnología, la ANT se ha ganado críticas adicionales que van desde la esterilidad explicativa hasta ser una ideología en favor de valores liberales
En el primer tipo de críticas, se encuentra lo descrito por Harry Collins y Steven Yearley que denuncian que el método semiótico de la ANT es un retroceso porque, en primer lugar, desplaza a los seres humanos del papel central en los análisis sociales lo que podría dar paso a un pensamiento posthumanista. Además, según Collins & Yearly, vuelve a las explicaciones simplistas y prosaicas superadas desde la década de 1970.
The consequences of the semiotic method amount to a backward step, leading us to embrace once more the very priority of technological, rulebound description, adopted from scientists and technologist, that we once learned to ignore. This backward step has happened as a consequence of the misconceived extension of symmetry that takes humans out of their pivotal role. If nonhumans are actants, then we need a way of determining their power. This is the business of scientists and technologists; it take us directly back to the scientists’ conventional and prosaic accounts of the world from we escaped in the early 19705 (Collins & Yearly, 1992, pp. 322) .
La consecuencia de la semiótica material de la ANT es que invalida gran parte de los desarrollos de los estudios sociales en ciencia y tecnología, ya que devuelve nuevamente a los especialistas (científicos e ingenieros) la autoridad de la atribución de la agencia a los actantes no-humanos. Por ello, si se generaliza el principio de simetría extendiéndolo a los no-humanos, se dejarían completamente impotentes a los estudios sociales de la ciencia y la tecnología
La segunda categoría de críticas al principio de simetría generalizado afirma que los trabajos de la ANT podrían servir de vehículo acrítico para la aceptación de la ideología liberal. Nick
First, the contents of the world, all human and nonhuman entities, are filtered through what we have called a Nietzschean worldview. On this view, all categorizations of things in the world... are solely the result of human activity. The world itself does not speak in these categories, being an undiscriminated field of wills, point forces, and resistances. This move both enables and is justified by the second group of ideas-a discourse of liberal democracy...A liberal democratic discourse is mobilized at this point and its theme of liberation of the oppressed through enfranchisement and appropriate representation is used to persuade the reader to accept ANT’s more controversial assumptions. If we follow the ANT trajectory, we must conclude that no topic, no objects or areas of inquiry, can escape redescription or assimilation within it. In others words, ANT is so liberal and so democratic that it has no Other...it has made itself into a «final» final vocabulary6 (Lee & Brown, 1994, p. 774) .
Por lo tanto, según esta crítica, la repartición de la agencia en los actores-red da sustento a un ideal liberal de inclusión total de las diferencias que cancela toda posibilidad de exterioridad o de relación con un «otro»
La tercera fuente de críticas a la generalización del principio de simetría de la ANT no se centra en el problema de agencia en los no-humanos si no en cierta parcialidad en los análisis ofrecidos. Por ejemplo, ciertas aproximaciones feministas
La teoría del Actor-Red es una de las posiciones teóricas más novedosas para explicar la técnica y los artefactos. No obstante, su concepción de agencia y de sujeto-objeto ha sido reducida hasta tal punto por el principio de simetría generalizada que ha delegado dicha agencia a una red. En ese sentido, la postura de la ANT podría ponerse en el extremo opuesto al instrumentalismo técnico que, a diferencia de la teoría de actantes, olvida cualquier influencia del medio técnico en la que la agencia sería exclusiva de los humanos. Vemos entonces dos extremos del papel que pueden tener los artefactos en la forma de actuar y la conformación de las identidades de los sujetos.
Sobre el instrumentalismo, se sabe que ignora por completo la participación del entorno material en la formación y estabilización del orden social, lo cual es un supuesto insostenible ya que los objetos y el medio técnico no solo son transmisores neutrales y transparentes de las voluntades e intenciones de los sujetos, sino que son los posibilitadores de la vida social. (Monterroza, Escobar & Mejía, 2015). Sin embargo, ahora es necesario tomar una posición frente a la Teoría del Actor-Red, en especial, si es posible aceptar su noción reducida de agencia y su visión monista de los actantes, en la cual, tanto humanos como objetos, son descritos como guiones.
La ANT tiene una gran ventaja y es que puede explicar bien las conformaciones de la cultura material ya que evita los problemas que presentan las formas de esencialismo que se encuentran en los determinismos
Fernando
Although the vocabulary of hybrid constructivism (i.e. ANT) enables generalisations on the affordances and constraints of artifacts that are not possible in a vocabulary that maintains the natural-social distinction, it pays the price of forfeiting detail. Because it cannot refer to things as social or natural or technical, because it cannot use these traditional categories, it cannot discern any meaningful distinctions between physical and semiotic force, or between physical and social processes, and any relevant differences between the two cannot be made to play a role in the analysis. For example, the strategies by which human actors may try to resist symbolic force and physical force are surely different. Resistance to physical force may result in the disabling or modification of artifacts, whereas resistance to the force of symbols may result in the production of alternative symbols(Brey, 2005, p. 79) .8
Si se diluyen las categorías tradicionales, entonces se puede perder información sobre el tipo de ensamble que se hace entre entidades heterogéneas. Esta disolución tiene una primera consecuencia moral y política; ¿si existe un continuo entre naturaleza/sociedad/técnica, hasta dónde llega nuestra responsabilidad? Esto es, ¿de qué parte del mundo somos responsables? Si todo es un entorno continuo (natural-socialartificial), ¿de qué nos hacemos cargo?
Por otra parte, la ANT no logra explicar si las «resistencias a la acción» se dan por constricciones físicas o por constricciones simbólicas. Por ejemplo, retomemos la fábrica de la sustancia líquida; si el pHmetro falla, podríamos ejecutar el guion para reparar o cambiar el instrumento (actante), pero si el técnico se resiste a cumplir su guion (agregar la sustancia alcalina para reducir la acidez) su resistencia a la acción podría tener muchas fuentes: podría ser física (no tiene cómo agregar la sustancia) o simbólica (se encuentra en huelga); esto es una diferencia sustancial del diseño y organización del entorno técnico. El problema que podríamos encontrar es que la ANT no podría realizar distinciones importantes de las propiedades materiales, funcionales y simbólicas cuando se diseñan los artefactos y se conforma la cultura material. Esta dificultad surge, dice Brey, porque el monismo de los actantes olvida que los humanos tienen un repertorio más amplio y creativo que los guiones prescritos en la red.
Similarly, it seems to be relevant whether prescriptions target human or nonhuman actants. Human actants have a richer behavioural repertoire by which they can respond to prescriptions, and humans may have various intentions, beliefs and motivations that may be relevant in the analysis. In a hybrid vocabulary (i.e. ANT), these differences between humans and nonhumans are obscured in the interest of symmetrical treatment(Brey, 2005, p. 79) .9
Es en la «resistencias a la acción» en la cual la ANT pierde su poder explicativo. Fernando Broncano nos sugiere una lectura de esta crítica de Brey en términos de la imposibilidad de aplicar el principio de simetría a dichas resistencias, con la cual nos daríamos cuenta de que al aceptar la simetría generalizada estaríamos renunciando a la posibilidad de explicar los detalles de las dinámicas de las redes de los mismos actantes.
Si, pongamos por caso, en la red de actantes en la que consiste mi grupo de investigación la impresora a la que le ha sido delegada la tarea de imprimir un documento no lo hace se pondría en marcha el guion, supongamos, «detectar el error o el fallo técnico y corregirlo». Pero si un miembro del grupo a quien le ha sido encomendada una tarea responde «preferiría no hacerlo», digamos, «porque no se considera suficientemente preparado», tratar de explicar esta perturbación en el modo de funcionamiento «normal» de la red aplicando el principio de simetría generalizada sería algo más serio que una simple pérdida de información de grano fino sobre lo que está ocurriendo en el proceso. Si en la idea de control del proceso no podemos incluir los elementos que tradicionalmente incluimos en el campo de la subjetividad, estamos perdiendo una dimensión central de la identidad de los «actantes». Estamos renunciando, incluso dentro del marco conceptual de la Teoría del Actor-Red, a la posibilidad de explicar las dinámicas de las redes de actantes(Broncano, 2012a, p. 16) .
Por lo tanto, tendríamos que reconsiderar la noción de agencia «rebajada» que nos propone la ANT, ya que con ello se explica bien las transferencias de las acciones y el establecimiento de las redes, pero no la creación y evolución de significados. Pasaría con la ANT algo que, paradójicamente,
La cultura material es el estudio de todos los elementos de la cultura a partir del análisis de sus artefactos y las prácticas, habilidades y conocimientos de los agentes en dicho entorno. Se basa en el hecho de que la creación y la modificación de artefactos son manifestaciones obvias de la resencia humana y que estos reflejan, de forma directa o indirecta; las creencias, ideas o costumbres de una sociedad. En ese sentido, la teoría de los actantes parece estar cercana a las intuiciones que hacen los investigadores de la cultura material, debido al papel activo que juegan los artefactos en las redes de relaciones que conforman el entramado y orden social. En ese entido, y teniendo en cuenta algunas de las dificultades que presenta el principio de simetría generalizado, la posición elegible frente a la teoría del Actor-Red es tomar los elementos sugerentes de la noción de red de relaciones, esto es, abandonar los esencialismos propios de los determinismos y los instrumentalismos. Por ejemplo, la afirmación de que las funciones de los artefactos son relacionales, es decir, que no depende solo de las capacidades físicas preestablecidas en un diseño original, sino en el papel que juega en una trama de relaciones. La ANT adopta un atractivo antiesencialismo, como el antiesencialismo en el lenguaje, en que las identidades de los artefactos no están dadas sólo por sus configuraciones internas sino también por el lugar que ocupan en una red de relaciones. Otro aspecto a tomar de la ANT es el énfasis del papel central de la materialidad, es decir, que los artefactos no son simples transmisores de la agencia o la voluntad, sino que son «traductores» o mediadores que amplifican, modifican, onstriñen o hacen posibles nuevas formas de acción que conforman nuestras prácticas reales. No obstante, es necesario (por lo menos para la noción de cultura material), reconsiderar la idea de latouriana de que los «artefactos tienen agencia», o por lo menos, en el sentido de agencia de la ANT, ya que, como observamos líneas arriba, dicha noción de agencia deflacionada no puede explicar la imaginación y creatividad de los agentes humanos en las redes de actantes.