LA GLOBALIZACIÓN DEL CIBERMUNDO

The globalization of cyberworld

Recibido: 3 de febrero de 2015
Aceptado: 16 de noviembre de 2016

 

Resumen

La mundialización, que despegó con el homo sapiens hace miles de años por el planeta Tierra, ha creado redes de interconexiones sociales, económicas, culturales y tecnológicas, que nos han dado el mundo y el cibermundo global.

La globalización tiene su génesis. Es un proceso que recoge diferentes periodos de la humanidad, no es un producto dado de una época, no es moda pasajera o estrategia inventada por los capitalistas o el imperio norteamericano para ocultar las relaciones de dominación de las principales potencias económicas del mundo. A pesar de que en estos tiempos abundan los conflictos sociales locales y globales, como el enamoramiento de Rusia con Asia y su divorcio con los Estados Unidos y la Unión Europea, así como los procesos independentistas que han brotado en Escocia, Cataluña y otras regiones del mundo, repensar la globalización cobra importancia, no solo por su implicación en el mundo, sino por la emergencia del mundo digital o el cibermundo, con sus redes de conectividad virtual.

Palabras clave: globalización, mundialización, mundo, cibermundo, gobernanza.

Abstract

Globalization started thousands of years ago all over planet Earth with the homo sapiens. It created economic, cultural, and technological networks that have given us the world as we know it and the global cyber world.

Globalization has its own origins and the process involves different historical stages of mankind. It’s not a fashion or a strategy made up by capitalism or the American Empire to hide relations of domination from the main world powers. Although nowadays there are plenty of local and global social conflicts, Russia and Asia have a love relationship and are divorced from the United States and the European Union. Likewise, independence processes have taken place in Scotland, Catalonia, and other regions of the world. Therefore, rethinking globalization becomes an important issue, not only because of its implications, but because of the emergence of the digital world: the cyberworld and its virtual networks.

Keywords: content management system, heritage, cyber museum, appropriation, website

INTRODUCCIÓN

El discurso de la mundialización es una lectura plural, abierta (Peraza, 2000; Hallé, 2011; Azcarate y Montesa, 2011), que cobra sentido en el discurso del sujeto. De ahí, la definición del lingüísta Hagege (2011, p. 26) sobre el concepto mundialización, que en francés es ‘mondialisation’, correspondiente al término inglés ‘globalisation’. «Y ‘global’, en inglés, no significa ‘globo’, sino ‘mundial’, porque se deriva de globo, que se refiere a todo el globo terráqueo.

Pero más que buscar una relación etimológica, de cajón, hay que buscarla de sentido, porque en la mayor parte de las palabras hay un corte entre la etimología y el sentido (Meschonnic, 2014). Por lo que el término globalización tiene su verdad en la figura literaria de la metáfora, al decir de Caballero Harriet (2009) 1.

En el presente trabajo, la mundialización se define como el proceso de la antropologización planetaria, la cual ha tenido diversas fases globales en el decurso de la historia y ha dado como resultado un mundo global en el siglo XV y un cibermundo global a finales del siglo XX.

Sobre el inicio de la globalización del mundo hay varias fechas. Para Marx (2001), surge a partir del siglo XV, con la entrada del capitalismo como modo de producción. Para Giddens (2007), en el siglo XVIII con la modernización. En cambio, otros intelectuales la sitúan al final del conflicto EsteOeste al inicio de los 90 del siglo XX 2. Sin embargo, intelectuales como Held, McGrew, Goldblatt y Perraton (2002) tienen una visión histórica que va desde la premodernidad hasta la actualidad contemporánea.

Sin poner tanto énfasis en cortes de fechas, se puede rastrear una presencia en lo que ha sido el mundo como globalización, entre la que sobresale el proceso histórico complejo de ensanchamiento del capitalismo que surgió a partir del siglo XVI y XVII, afianzándose en los siglos XVIII-XIX y que da un giro espectacular en la última década del siglo XX con la entrada del mundo cibernético o cibermundo.

De ahí que el análisis de la globalización que abordo parte de un punto histórico, que se sitúa en el proceso de formación de las relaciones de producción capitalista y en su desarrollo social y económico, para luego desplegarse con intensidad en este siglo XXI a través de los entramados del mundo cibernético o cibermundo global.

MUNDIALIZACIÓN PLANETARIA

La mundialización, que ha dado como resultado el mundo y el cibermundo, tiene su punto de partida en las migraciones expansivas que se inician en África, cuando el homo sapiens decidió diseminarse por todo el planeta Tierra, hace unos 50000 millones de años. Esta se ha caracterizado por un proceso de generalización de los intercambios entre las diferentes partes de la humanidad, entre los diferentes lugares del planeta. Es de ahí de donde surge la globalización como fase de la mundialización, como un proceso de creciente interconexiones de las economías y de las sociedades, y del desarrollo de las tecnologías de la 3.

Sin embargo, esa mundialización que resulta de la antropologización no se da en un plano lineal, de simple evolución, de desarrollo uniforme y determinista, sino que está marcado por grandes transformaciones, cambios bruscos, disruptivos, cargados de incertidumbre y vértigo, por causas internas y externas en las que intervienen, como bien precisa Hall (2011, p. 22): «las grandes catástrofes-meteoritos, vulcanismos, actividad solar –teniendo a menudo un origen local debido a las placas tectónicas– emersión de Oriente Próximo, cierre de Gibraltar, formación del istmo de Panamá» (…).

Por lo que estos «cambios no pertenecen al ámbito de la vida»; sino del planeta, que forma parte de la Vía Latea del universo, y el cual como sistema no puede excluirse del proceso de mundialización, porque, como nos sigue diciendo Halle, «han afectado a la historia de la vida: extinciones, migraciones, colonizaciones, derivas genéticas» (ibíd.), y que se articula con el deseo del homo sapiens de desplazarse, que según este investigador, es un ir hacia otros horizontes empujados por representaciones del mundo que todavía hoy siguen fecundando mitos, leyendas, historias, esperanzas y utopías.

Es por eso que la mundialización ha devenido en un fenómeno complejo e histórico, de donde han emanado el mundo y el cibermundo como hibridación 4 planetaria planetario, inseparable del lenguaje, el sujeto, el poder, la sociedad y cultura.

EL MUNDO DE LA GLOBALIZACIÓN

Hay una relación compleja e histórica entre el mundo y lo global. El concepto mundo se utilizó en nuestra lengua a partir del siglo XII y se refería al sitio habitado por seres humanos. En cambio, globalización, que viene de globo, es un concepto que comenzó a utilizarse a mediado del siglo XV. Sin embargo, los hombres que salieron de Europa tenían bien definido que su propósito era probar que el mundo era un globo, de ahí que llamaran a su descubrimiento ‘nuevo mundo’ (Peraza, 2000). El mundo es, en consecuencia, el globo, cuando este es pensado y tratado como lugar de lo humano, como realidad humanizada, como domicilio de los hombres.

A finales del siglo XVI se sentaron las bases de una modernidad, es decir, un mundo caracterizado por la expansión del capitalismo, del mercado y el espacio público, la política como actividad profana, el Estado como fetichismo de legitimación social, el cual se presenta como separado de la sociedad, por encima de esta.

El capitalismo y su clase hegemónica, la burguesía desde su génesis, no han dejado de expandirse, de ahí que la producción y el consumo han tenido una dimensión universal. Se ha pasado de la estrechez territorial de las naciones a una dimensión globalizante. Marx, Engels (2001:20) llegaron a visualizar el capitalismo, el mercado mundial como globalización:

Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente.
Son suplantadas por nuevas industrias, cuya producción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas locales, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo y cuyos productos se consumen no sólo en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades satisfechas con productos nacionales, surgen las necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento y autarquía de las regiones y las naciones, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones.

Estos dos pensadores demostraron cómo desde el siglo XVI el surgimiento del capitalismo lleva el germen de la globalización, con su fuerza expansiva por el mundo.

Sin embargo, la expansión de la globalización en la década del 70 del siglo XVIII cabalgaba con la primera Revolución Industrial, que se inició en Inglaterra. En ese país, la hilandería de algodón caracterizó dicho proceso de producción, luego vino la era del vapor y los ferrocarriles en 1829, la cual también tiene su punto de partida en Inglaterra, diferente a la tercera, en 1875, y a la cuarta, en 1908, que se da en los Estados Unidos y Alemania. La tercera se distinguía por la producción de acero y electricidad; en cambio, la cuarta, por la era del petróleo. La quinta estalló en un solo país, los Estados Unidos, con el desarrollo de la cibernética, en el área de la informática y las telecomunicaciones en el 1971 5.

Sin embargo, hay una marcada diferencia de los inicios del proceso de globalización capitalista y de las diversas revoluciones tecnológicas que inician sus procesos a finales del siglo XV, en relación con la que comenzó a perfilarse en la década de los 70 del siglo XX. En esa década se fue configurando las redes digitales ciberespaciales y de redes sociales y económicas, que se mueve a la velocidad de la luz.

Al comienzo de dicha década (1970) inicia el funcionamiento de la red de redes y el correo electrónico, a pequeña escala, por parte de la Red de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (Advance Research Proyects Agency Network). Esta red estaba constituida por un pequeño grupo de minicomputadoras interconectadas entre sí, por medio de cable coaxial, fibra óptica, línea telefónica. Su objetivo fundamental era compartir información y conocimiento. En el 1971 se inventa el microprocesador, y para en 1974 el ordenador personal en la ciudad de Nuevo México (Castell, 2001; Merejo, 2007). A mediado de 1978, Vint Cerf y Robert Vob Kahn crearon el protocolo de comunicación TCP/IP, en ese mismo año se diseñó el sistema de computadora que permitía a las computadoras personales archivar y transmitir mensajes.

Con esta década de los 70 se inicia el proceso de lo que se va perfilando en la década de los 90, una globalización cibermundial, la cual tiene como plataforma otro espacio, que es el ciberespacio, y las distintas innovaciones tecnológicas e informacionales.

Es por eso que el proceso de la globalización desde el mundo de la modernidad hasta la post o ultra modernidad, de lo que hoy forma parte el cibermundo, va por la tesitura de Beck (1999), cuando define dos períodos importantes de globalizaciones. Entiende la primera dentro del marco territorial del Estado, la política, la sociedad y la cultura. Desarrollándose lo internacional, interestatal e inter-social, pero que presupone el principio territorial y ante todo la comprensión territorial de estados y sociedades espacialmente definidos y delimitados los unos respecto de los otros, hacia dentro y hacia fuera, de manera relativamente clara. Contrario a la segunda, que significa la perceptible pérdida de las fronteras del quehacer cotidiano en las distintas dimensiones de la economía, la información, la ecología, la técnica, los conflictos transculturales y la sociedad civil.

EL CIBERMUNDO GLOBAL

La integración e hiperconetividad, es lo que bloquea e imposibilita que un país viva por sí solo en estos tiempos, caracterizados por un cibermundo globalizado.

Hay un conjunto de razones que perfilan la globalización como irrevisable en la era del cibermundo:

• El ensanchamiento del campo geográfico y la creciente densidad del intercambio internacional, así como el carácter global de la red de mercado financiero y del poder cada vez mayor de las multinacionales.

• La revolución permanente en el terreno de la información y las tecnologías de la comunicación.

• La exigencia, universalmente aceptada, de respetar los derechos humanos.

• Las corrientes icónicas de las industrias globales de la cultura.

• La política mundial posinternacional y policéntrica: junto a los gobiernos hay cada vez más actores trasnacionales cada vez con mayor poder (multinacionales, organizaciones no gubernamentales, Naciones Unidas).

• El problema de la pobreza global.

• El problema de los daños y atentados ecológicos globales.

• El problema de los conflictos transculturales en un lugar concreto (Beck, 1997, p. 29-30).

Es por eso que, en estos tiempos de conflictos locales, nacionales, resurgimiento de los nacionalismos, terrorismo, crisis de la Unión Europea y los vientos que soplan de agrietamiento de dicha Unión, el cibermundo global y sus redes de hiperconectividad e hiperinteractualidad virtual cobran importancia, porque según Stiglitz (2002, pp. 28-29):

Ha reducido la sensación de aislamiento experimentado en buena parte del mundo en desarrollo y ha brindado a muchas personas de esas naciones acceso a un conocimiento que hace siglos ni siquiera estaba al alcance de los más ricos del planeta. Las propias protestas antiglobalización son resultado de la mayor interconexión, ya que los vínculos entre activistas de todo el mundo, en particular, los forjados mediante la comunicación por internet dieron lugar a la presión que desembocó en el tratado internacional sobre las minas antipersonales.

Las interconexiones de los movimientos antiglobales analizadas por Stiglitz, que brotaron en la década de los 90 del siglo XX con la red de redes en la que descansa el cibermundo y su cimiento ciberespacial, han seguido fortaleciéndose con el surgimiento de las redes sociales, que son espacios virtuales que interconectan a los sujetos cibernéticos.

En el 1999, miles de activistas antiglobalización tomaron las calles de Seattle en una manifestación contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con «el objetivo de reivindicar el procomún público», y un ir contra la «privatización del conocimiento humano y de los recursos de la tierra». Dicho «movimiento antiglobal era un rechazo al paradigma en vigor» (Rifkin, 2014, p. 234).

La complejidad de ese movimiento antiglobalización se puso de manifiesto cuando rechazaron la globalización, utilizando recursos tecnológicos del cibermundo global, como el caso de chats, video, los correos electrónicos. De ahí, los planteamientos de Rifkin, cuando dice que:

Muchos de los activistas eran hackers que ayudaron a organizar la logística de las protestas. Aquella fue una de las primeras manifestaciones donde se usaron correos electrónicos, chats, retransmisiones en directo por Internet, salas virtuales y teléfonos móviles para coordinar todas las movilizaciones. La sincronización de la logística de las protestas mediante la TIC e Internet fue un aviso de lo que pasaría doce años más tarde en las calles de El Cairo y en otros puntos calientes de Oriente Medio durante la llamada Primavera Árabe (ibíd., p. 325).

En el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su Informe de Desarrollo Humano (1999), nos dice que la política, la tecnología, la cultura y la economía de los países forman parte de una mundialización global, totalmente diferente a la de los comienzos del siglo XVI y los finales de la década de los 80 del siglo XX y que ha venido a configurar un cibermundo global. Por eso el Informe establece en uno de sus planteamientos (1999, pp. 28-29):

El lanzamiento de la World Wide Web en Internet en el 1999 (…) convirtió una tecnología establecida para las comunidades científicas, pero escasamente conocida en una red de fácil uso para las personas. También introdujo toda una estructura nueva de comunicación, permitiendo la transferencia simultánea de información en palabras, números e imágenes a lugares situados en todo el mundo. Y redujo el mundo de las comunicaciones, haciendo posible la interacción a distancia en tiempo real (…). Estas innovaciones de las tecnologías de la comunicación trasformaron las posibilidades de aumentar la solidaridad social y para movilizar a las personas en todo el mundo en sociedades de redes.

Dicho informe (1999:29-30) sitúa tres maneras distintas en que ha cambiado el panorama de la globalización:

• Reducción del espacio. La vida de la gente -sus empleos, sus ingresos y su salud- se ven afectados por los acontecimientos que tienen lugar en el otro lado del mundo, con frecuencia por acontecimientos que ni siquiera conocen.

• Reducción del tiempo. Los mercados y las tecnologías cambian ahora con rapidez sin precedentes, con acción transcurrida a distancia en tiempo real, con efectos sobre gente que vive muy lejos. Un ejemplo de ello es la rápida marcha atrás de las corrientes de capital desde los mercados del Asia Oriental y su contagio desde Tailandia hasta Indonesia y Corea, así como a la lejana Sudáfrica.

• Desaparición de fronteras. Las fronteras nacionales se están eliminando, no sólo respecto del comercio, los capitales y la información, sino además respecto de las ideas, las normas, la cultura y los valores.

Este panorama se confirma con el Informe sobre Desarrollo Humano presentado por el PNUD en el 2015. En este informe se articula la revolución digital con las nuevas oportunidades y los nuevos desafíos y vulnerabilidad que se han creado en el ámbito laboral y la pobreza persistente, en un cibermundo global, que sigue en expansión e innovación tecnológica, de manera disruptiva. Además, se explica cómo «la globalización y las revoluciones tecnológicas, en particular la revolución digital, impulsa la transformación del trabajo» (PNUD, p. 7).

Como resultado de estas revoluciones digitales aceleradas en el cibermundo, nos dice que: «en los últimos 10 años, el comercio mundial de bienes y servicios prácticamente se ha duplicado, llegando a alcanzar casi 24 billones de dólares en 2014, frente a 13 billones en 2005» (Ibídem).

En ese informe también se aborda el fortalecimiento del mundo digital global, en cuanto a la interconectividad e interdependencia y las «repercusiones en los patrones de comercio, la inversión, el crecimiento, la creación y destrucción de empleo, así como en las redes de trabajo creativo y voluntariado» (Ibídem). Más aún, marca la tendencia de lo que ha acontecido en esta globalización y revolución digital:

Entre las tecnologías con un elevado potencial para cambiar el trabajo están la tecnología relacionada con la nube, la impresión en 3D, la robótica avanzada, el almacenamiento de energía y la automatización del trabajo basado en los conocimientos, que, mediante sistemas de software inteligente, transformarán la organización y la productividad del trabajo basado en los conocimientos y permitirán que millones de personas utilicen asistentes digitales inteligentes (Ibíd., p. 8).

Ese mundo global de plataforma ciberespacial, que llegó a presentar el PNUD para finales del siglo XX, se encuentra edificado sobre unos tiempos acelerados e instantáneos de velocidad cibernética, de entronización cibermundial global, el cual se ha ido ensanchando en el trascurso de los acontecimientos del siglo XXI y que los países que actúen contra tal proceso, lo que hacen es autoexcluirse de dicho tiempo cibernético global.

Por eso Stiglitz (2006, p. 339) precisa que los problemas tienen que ver con el «hecho de que la globalización está dejando atrás la globalización política», lo que significa que nos estamos quedando rezagados con relación a comprenderla y darle forma, y de esa manera, «manejar esa consecuencia con el manejo político», de ahí su sentencia de que: «reformar la globalización es de la política». Esta no puede quedar rezagada con relación a los cambios que se han producido en el ámbito tecnológico, de la innovación y el conocimiento.

De ahí que, en la actualidad, Stiglitz (2015) diga que la política desempeña un papel fundamental en la creación de una sociedad del aprendizaje, edificada en el conocimiento, en la investigación e innovación y el desarrollo. Por eso plantea políticas industriales, en las cuales los gobiernos deben moldear «la estructura de la economía, incluyendo la elección de la técnica y la distribución sectorial de la economía» y que tenga como objetivo “la creación de una sociedad del aprendizaje”, porque los mercados, por sí mismos, no crean una sociedad del aprendizaje» (Ibíd., pp. 331-376).

Así pues, reformar la globalización en la era del cibermundo implica un volver al funcionamiento de la política, para que de esta forma la globalización, el mundo, puedan ser mejorados (Giddens 2001, p. 135) en los aspectos de «la gobernanza de la economía mundial, la gestión ecológica global, la regularización del poder corporativo, el control de las guerras y el fomento de la democracia transnacional».

Es, por tanto, un ir más lejos de los planteamientos de Giddens; es situarse en la tarea de gobernar y llevar a cabo la gobernanza de los riesgos globales, que es lo mismo que gobernar u organizar la gobernanza de la ciencia y la tecnología, como bien lo trabaja (Metzner-Szigeth, 2011) y que es de vital importancia. Para este intelectual, esa gobernanza de la tecnociencia nos abre la posibilidad de entrar en un camino de desarrollo de la sociedad (incluso de la civilización) duradero y adaptado al futuro (ibíd., pp. 193-235).

La reforma de la globalización, en varios aspectos, debe pasar por esa gobernanza tecnocientífica, con el propósito de servir a fines constructivos y por una compresión filosófica de que fueron los acontecimientos de finales del siglo XX los que produjeron la gran ruptura histórica y epistemológica de la globalización del mundo, para entrar en la fase del cibermundo global.

Entre esos acontecimientos de finales del siglo XX se encuentran las innovaciones tecnocientíficas, la expansión de la red de redes ciberespacial, la aceleración del tiempo e instantaneidad de la información, el tambaleo de «los significados y las connotaciones del tiempo y el espacio, de la geografía y la memoria, de la identidad y la alteridad de Occidente y de Oriente» 6 . Por eso, los acontecimientos que surgieron a partir de 2011 en el Medio Oriente tuvieron como protagonistas a diversos movimientos sociales que se movilizaron entre el espacio físico (escuela, universidad, plaza) y el ciberespacio (redes sociales como Facebook, Twitter) contra los regímenes fundamentalistas, corruptos y antidemocráticos de Ben Alí en Túnez, de Mubarak en Egipto y Gadafi en Libia.

El derrocamiento del régimen dictatorial en Túnez muestra el poder de los movimientos sociales espontáneos en un entorno de comunicación digital, y sin esta forma de comunicación la revolución no hubiera tenido las mismas características (2011, citado por Merejo 2015, p. 169). Solo Túnez, cuna de la Revolución de los Jazmines, ha permanecido en proceso de construcción democrática con la elaboración de una Constitución fundamentada en la democracia y los derechos humanos; a pesar de a la amenaza persistente del terrorismo yihadista y las tensiones sociales, prevalece el diálogo entre el cuarteto de agrupaciones Unión General Tunecina de Trabajo, la Confederación de Abogados, Comercio y Artesanía de Túnez, la Liga de Derechos Humanos y la Orden Tunecina.

En los demás movimientos sociales mediados por las redes virtuales, y que levantaron el estandarte de la democracia social en sus respetivos países, han sido ahogados en sangre por las dictaduras militares; en Egipto, el dictador Abdelfatah al Sisi, desde 2013, tras el golpe de estado al poder de los hermanos Mulsumanes, proscribió las libertades públicas, asesinando o enviando a la cárcel a todos aquel que disienta de su régimen. En Siria la incertidumbre política predomina, un Estado fallido, en el que el Estado Islámico controla una parte del territorio y han provocados miles de muertos e igual sucede con Libia.

Han sido estos procesos filosóficos, políticos, históricos y de innovación tecnológica global, lo que ha configurado una globalización con rostro digital y ciberespacial desde los finales de la década de los 90 del siglo XX. Esta abre una zanja con relación a los antiguos procesos globales que se daban en otros tiempos. Lo cual significa otras valoraciones filosóficas dentro de su dimensión filosófica y otra valoración histórica dentro de sus procesos históricos.

EL CIBERMUNDO EN EL SIGLO XXI

El pensar el cibermundo global como paradigma pasa por un discurso filosófico tecnocientífico, interdisciplinar y transdisciplinar, que trasciende los enfoques del humanismo y de las ciencias sociales tradicionales, los cuales son puntuales en fijar disyunciones en el saber, en reducir los estudios de los procesos sociales, culturales y políticos, a estanco de disciplina fronteriza, amurallada en el saber, despreciando a los caminantes que atraviesan dichas fronteras para colocarse en complejas redes de saberes, en la que lo aleatorio, la incertidumbre, lo híbrido, no son tomados en cuenta.

En una buena parte de los discursos sociales y de las humanidades, como bien precisan Monterroza Ríos y Mejía Escobar, «ha existido una subestimación, olvido o desprecio por los dispositivos artificiales que conforman nuestro entorno» (2013, p. 49). Esto tiene que ver con ideas simples y reduccionistas de las que parten dichos discursos. Estos se caracterizan por la separación entre «la cultura simbólica y la cultura material» (ibíd.) a la hora de abordar determinados acontecimientos sociales y culturales.

En tal sentido, la compresión del cibermundo global no deja a un lado el mundo global, ya que ambos forman un híbrido planetario de la vía láctea del universo. Es precisamente desde ese mundo global, de espacio físico, territorial (la casa, el trabajo, la escuela o el café) que el sujeto cibernético ha ido configurando el mundo virtual.

Por lo que no resulta una aventura, el decir que, debido a la tecnología de la información y la telecomunicación, el mundo global de hoy se ha complejizado, llevando en sus entrañas un nuevo mundo cultural y social, el cibermundo, que se expande no en lo territorial, sino en lo virtual, no en lo espacial, sino en lo ciberespacial, y que está constituido por millones y millones de cibernautas, que son los sujetos cibernéticos que navegan por el ciberespacio.

La expansión del cibermundo comenzó a mediado de la década del noventa del siglo XX, y el cual se sigue expandiendo en sus diversas vertientes tecnocientíficas, en red de hiperconexión económica, social y cultural. Dentro de esas vertientes se encuentran:

A) La participación de los sujetos cibernéticos en ese mundo virtual, que aumentan cada día; para «el 1998, su población rondaban 147 millones y en el inicio del siglo XXI, alcanzó unos 700 millones» (Merejo, 2012, pp. 235-238); unos años después (2006) la cifra estaba en «1024 millones y en el 2013 ya existían unos 2700 millones (…) lo que supone casi el 40 por ciento de toda la población mundial» (MartinezBarea, 2014, pp. 13-14) que se ha constituido en sujetos cibernéticos, con estimaciones de que en el 2020, ronde casi la totalidad de la población, «que en el años 2013 se estimaba en 7100 millones».

B) La gran red social hiperconectada, donde Facebook contaba en 2013, según MartinezBarea «con más de 1260 millones de usuarios registrados» (…), cada día se tuitea 500 millones de mensajes cortos (…). Cada mes visitan You Tube más de 1000 millones de usuarios únicos (…), y se reproducen 6000 millones de horas de videos». (ibídem). Para el 2020, la hiperconectividad cubrirá casi toda la población del mundo y el «video se habrá transformado en el 2019 en el nuevo lenguaje de comunicación del planeta» (ibídFacebook>., p.15).

C) La multiplicación de las suscripciones móviles, que «para el 2019 habrá en el mundo más de 9.300 millones» (ibíd.) y la de banda ancha con acceso al internet alcanzará los 8 mil millones, lo que hace pensar que la hiperconectividad será casi total.

Por lo que el cibermundo global en el siglo XXI cambiará por completo el modo de relacionarse con el mundo de la tecnología, como bien lo explica Quintanilla (2005, p. 27) cuando dice:

Este conglomerado de nuevas tecnologías, con su implacable invasión de todos los ámbitos de la vida humana, supone una configuración de la técnica completamente nueva en la historia de la humanidad. Nunca como hasta ahora había estado la sociedad en su conjunto tan articulada en torno a la actividad tecnológica, y nunca la tecnología había tenido tan fuertes repercusiones sobre la estructura social, y en especial la estructura cultural de una sociedad.

Repercusión esta que ha esfumado las barreras del tiempo y del espacio, donde la instantaneidad e interactividad es lo que importa en la vida cotidiana y la reducción de las distancias, implicando con esto un modo de hacer cultura, la cibercultura, que nos da la sensación de estar cercanos y no lejanos, de vivir en el aquí y el ahora, en unos espacios virtuales, no reales.

La entrada en escena del cibermundo global se ha estado manifestando en término disruptivo, en movimiento de aceleración social, en vuelta y revuelta de redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, Cyworl, WhasApp), bases de datos en la nube. Impresión en 3D, Internet de las cosas (IdC) o cibercosas, que son objetos cotidianos conectados a la red y a las redes del ciberespacio. Los intercambios de información, sistema de programas inteligentes que suministran información (los bots o microbots) y la web al cuadrado, de fácil manejo para los sujetos cibernéticos que navegan por el ciberespacio.

El cibermundo es una expansión de datos masivos, hasta tal punto que, en tan solo dos años, 20142016, la tendencia es que la acumulación de datos que existirá será mucho mayor que lo que se ha creado en toda la historia de la humanidad hasta la actualidad. En esos dos años se producirán casi 18900 millones de conexiones de red, equivalentes a casi 2,5 conexiones por cada persona del planeta 7.

Esto ha dado como resultado un nuevo enfoque epistemológico «denominado “Internet Epistemology”; y se entiende por tal, las críticas y aportaciones de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación a la búsqueda científica y al conocimiento» (Ursúa, 2014, p. 56) Esta ciberepistemología se articula a la reinterpretación de las humanidades y de los estudios sociales y filosóficos (Ética y Posthumanismo), en un ámbito de Humanidades Digitales (HD) y de todo lo que es el ámbito de la educación virtual.

La globalización del cibermundo con su educación virtual, semipresencial, ha estado forjando un sistema de representación simbólica, cultural y de manejo tecnológico ciberespacial, en la conciencia de los nativos digitales, los cuales han estado viviendo en una cibervida o una vida cibernética, como si el mundo real no existiera, como si ese mundo real, físico en que han vivido los inmigrantes digitales no fuera el que produjo el cibermundo en el que hoy están viviendo esos jóvenes.

Los inmigrantes y nativos digitales forman un híbrido planetario en el cibermundo y el mundo en que vivimos. Como bien lo afirman Bauman, en cuanto que son «dos universos, el online y offline», en el que cada uno de estos tiene «un contenido propio y unas reglas de actuación propias», y no nos percatamos en la vida cotidiana cuándo estamos en el mundo o en el cibermundo, y «tendemos a utilizar el mismo material lingüístico cuando estamos en uno o en otro, sin ser conscientes del cambio del campo semántico en cada uno de ellos» (Bauman & Lyon, trad. 2013, p. 45). Este estilo de vida (online y offline) planetario, se ha ido acelerando en el plano educativo, en donde existe:

Actualmente, y según los datos que se conocen al menos uno de cada dos estudiantes universitarios (…) está inscrito en un curso online. Para el 2019, estos mismos estudios se aventuran a pronosticar que cerca del 50% de las clases en los centros de educación superior serán impartidas en la modalidad e-learning (Santamans, 2014, p. 6).

Estos entornos educativos de modalidad virtual movilizaron en el 2013 recursos por encima de los «56200 millones de dólares», y la tendencia es que «para 2015 auguran que la actividad de la enseñanza on-line duplique su volumen hasta superar los más de 100000 millones de dólares» (ibid., p. 5) 8.

Articulado a esos desafíos cibermundiales, se encuentra el libro electrónico que se va imponiendo como tendencia hegemónica ante el libro de papel. La digitalización masiva de libros por parte de Google, que ha producido una revolución en el hábito de lectura, con la entrada de unos 30 millones de libros que se pueden consultar, leer y un 20% se pueden bajar desde el portal de dicho buscador o de las bibliotecas que han participado en el proyecto.

Para el innovador Reinchental (2014, pp. 124-131), lo que se ha estado produciendo es una revolución que lo cambiará todo:

Vivimos en tiempos de cambios cada vez más acelerados, en que la combinación de la robótica, los sensores y los dispositivos móviles, así como la impresión en 3D y la inteligencia artificial, traerán formas de fabricación muy diferentes. Estos nuevos ambientes de producción requerirán diversos conjuntos de habilidades y distintos tipos de entrenamiento que requerirán menos mano de obra. Habrá menos trabajo intensivo y más automatización inteligente.

En tal sentido, los cambios del estilo de vida de los sujetos cibernéticos, son el resultado de las combinaciones de tecnociencia, robótica, dispositivos móviles, inteligencia artificial, nanotecnología, electrónica e informática, la red de redes internet, entre otras redes digitales, que permiten el acceso al ciberespacio, que es el espacio virtual en donde se fraguan dichos sujetos. Estos con sus discursos de hiperconexión e hiperinteractivismos dejan impregnadas sus pasiones e intereses sociales, políticos, económicos y culturales en el cibermundo global del siglo XXI.

CONCLUSIONES

La mundialización, que se inicia con la antropologizacion y que se expandió hace 50000 mil millones de años, pobló todo el planeta Tierra. En el proceso de la mundialización se fueron creando múltiples redes de comunidades y sociedades, formándose variopintos intereses lingüísticos, políticos, económicos y culturales, que hoy presentan el rostro del mundo y el cibermundo global.

De las conexiones globales del mundo real hemos pasado a las hiperconexiones del cibermundo virtual, que fluye en redes sociales virtuales, las cuales fraguan el accionar del sujeto cibernético que vive en las navegaciones ciberespaciales, sin los límites y los encerramientos de los espacios geográficos, pero sí con una visión cibergeográfica.

Esta globalización cibernética forma parte de nuestra vida, sea para afirmarla como hiperconexión de un mundo cada vez más complejo en lo económico, cultural, tecnológico y social, o para rechazarla dentro de sus mismas redes virtuales, como parte de una nostalgia de una dinámica local, de un país especifico, que alguna vez fue el referente frente a los otros.

Es por eso que la globalización, como mundialización interconectada a la economía, la política, la tecnología y la cultura, no hubiese sido posible en el mundo sin la entrada del cibermundo, dando lugar al ciberespacio y sus diferentes niveles de profundidad, en cuanto a informaciones, imágenes, escritura, redes sociales y comunidades virtuales.

NOTAS

  • arrow_upward 1 Como expresiones descriptivas e interpretativas fundamentales existen metáforas que circulan combinadamente por la bibliografía sobre la globalización: economía mundo, sistema mundo (…) tecnocosmo, planeta Tierra (…) fin de la geografía, fin de la historia (Ianni, 1997, citado en Caballero Harriet, 2009, pp. 28-29).
  • arrow_upward 2 Beck (1998, p.41) dice que el saber cuándo se inició la globalización es objeto de disputa, ya que esta aparece fechada de manera diferenciada, de acuerdo con el discurso del sujeto que ha trabajado dicho problema.
  • arrow_upward 3 Estas definiciones de mundialización y globalización que se encuentran en El atlas de las mundializaciones de Le Monde diplomatique en español (2011, p. 19), forman parte de la referencia que explican Luxan y Montesa (ibíd. p. 4) y quienes decidieron «mantener el término ‘mundialización’ utilizado en la versión original francesa, con la acepción que se explica en la página 19 del Atlas», y esta última acepción es la utilizada en este ensayo.
  • arrow_upward 4 Nos dice Canclinic (2003), en el texto sobre «Noticias recientes sobre hibridación», que dicho concepto es de lecturas abiertas y plurales, y más dúctil para nombrar esas mezclas en las que no solo se combinan elementos étnicos o religiosos, sino que se intersectan con productos de las tecnologías avanzadas y procesos sociales modernos o posmodernos. Revista Transcultural de Música. TRANS 7 (2003) ver: http://www.sibetrans.com/trans/articulo/209/noticias-recientessobre-la-hibridacion
  • arrow_upward 5 Ver A. Merejo (2014, septiembre- octubre). El cibermundo como revolución tecnológica, científica y filosófica. Recuperado de https:// revistadefilosofia.com/58-05.pdf #58, pp.125-136
  • arrow_upward 6 Ianni (2004, p.168) explica muy bien cómo la informática, desde las telecomunicaciones hasta las redes y los multimedia, no solo influyen decisivamente en las condiciones de la producción material, sino que agilizan la desterritorialización y miniaturización de las cosas, personas e ideas.
  • arrow_upward 7 La Fundación de la Innovación Bankinter (2011) realizó una investigación sobre: El internet de las cosas. Un mundo de objetos inteligentes, en donde define el internet de las cosas «como la integración de sensores y dispositivos en objetos cotidianos que quedan conectados a internet a través de redes fijas e inalámbricas» (p. 3). Recuperado de http://www.fundacionbankinter.org/system/documents/8168/original/XV_FTF_El_internet_de_las_cosas.pdf
  • arrow_upward 8 Hay que situar la modalidad, e-Leaning, como una herramienta que contribuye a la mejora de la educación superior. Es un complemento enriquecedor, nunca un sustituto de la enseñanza tradicional. El mercado global de e-Learning (2014). Recuperado de http://gcu.universia.net/net/files/2014/6/21/investigacion-obs-el-mercadoglobal-del-e-learning-2014.pdf
REFERENCIAS